¿Todo lo bueno empieza con un poco de miedo?

Imágenes: Toya Pérez

El miedo es una muralla que separa lo que eres de lo que podrías alcanzar a ser.  David Fischman

El miedo invade los telediarios. Catástrofes naturales o no tan naturales, guerras, luchas políticas, maltrato, paro, pobreza, persecución ideológica… Todo da miedo. La sección de deportes alivia un poco la tensión, adormeciendo esa emoción primaria, adaptativa,  resultante de motivos más o menos reales, más o menos imaginarios, pero intensa y habitual.

Hay miedos muy comunes: a la muerte, a la enfermedad, a envejecer, al  dolor, a vivir penurias… Cuando la mente encuentra una explicación racional para el miedo, no deja de ser un miedo común. Pero hay otra gran cantidad de miedos, que incluso llegan a la categoría de fobias, a los que nos puede resultar más complicado encontrar una explicación, y sin embargo nos limitan enormemente, nos hacen sufrir y por tanto huimos de ellos. Enfrentarnos a ellos no nos suele parecer buena idea: miedo a volar, a ciertos animales o insectos, al agua, a las alturas, a hablar en público, a la sangre, a los espacios abiertos, a los cerrados… y si nuestro día a día nos lo permite, trataremos irremediablemente de evitarlos.

Pero entre los miedos más “normales” y los más “extremos” hay un enorme abanico de miedos que subyacen tras todo aquello que no hacemos y que en el fondo sabemos que nos convendría hacer.  Tenemos tan activados los circuitos cerebrales del miedo que inconscientemente nos dejamos llevar por una prudencia paralizante.  Postergar, procrastinar, posponer… muchas palabras diferentes para decir lo mismo: ¿cuántas cosas no estamos haciendo y cuántas son por miedo?

  • Salir de una relación conflictiva, tóxica, una relación en la que el maltrato ha hecho acto de presencia…
  • Decir que no a una situación abusiva en el trabajo o en nuestro entorno familiar, o salir de un trabajo sin sentido.
  • Pedir lo que nos corresponde, pedir ayuda, pedir aquello que necesitamos…
  • Hacer ese curso, comenzar o retomar un idioma, reciclarnos…. Aquello que nos haría falta para salir de una situación que no nos gusta o para progresar profesionalmente
  • Cambiar un hábito que sabemos nos hace daño

¿Cuántos:  «no puedo, imposible, ahora no es el momento, yo no valgo,  se me da fatal, voy a hacer el ridículo, se reirán de mí, qué vergüenza, no me lo puedo permitir»… hay detrás de este no hacer? ¿Cuánta falta de amor hay en el miedo? ¿Amor a uno mismo sobre todo?

¿Y si resultara que precisamente lo mejor de la vida está detrás del miedo? ¿Y si nuestros miedos fueran pistas a seguir?

Siempre que haya miedo, jamás escapéis de él. De hecho, sacad pautas de él. Esas son las direcciones en las que necesitáis viajar. El miedo es simplemente un desafío. Os llama: ¡Venid! Osho.

Cuando tomas consciencia de tus miedos, puedes abrazarlos, puedes aceptarlos y puedes trascenderlos. Puedes darte cuenta de que vienen de un condicionamiento inconsciente, de todo aquello que hemos ido integrando tras muchos, muchos “telediarios” (¡y más!), de que forman parte de esa voz de la cabeza que repite una y otra vez un programa obsoleto, y que detrás de esa muralla hay un inmenso mundo de nuevas posibilidades.

¿Y si la próxima vez que tengamos miedo, nos adentramos en él,  lo sentimos, lo vivimos, lo confrontamos, lo respiramos y nos permitimos asomarnos al otro lado de la muralla?

 

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