¡Gracias!

¡Un nuevo final de curso!  Que llega con el innegable cansancio físico y mental acumulado, pero que sin duda se compensa con la satisfacción y con esos mensajitos tan gratificantes que llegan de asistentes:

  • Una madre que te dice: ”gracias de corazón porque veo mejor a mi hija”…
  • Los “tus clases me han ayudado a estar mejor”…

Pues yo también os doy las gracias. Gracias por esas gracias, por hacerme saber que os ayuda, pero sobre todo por estar ahí en cada sesión, por vuestra voluntad de aprender, de estar presentes, de ser vuestra mejor versión… y  por todo lo que me enseñáis y trasmitís, por estimularme y motivarme para seguir apostando por entrenar esa capacidad que los seres humanos tenemos de vivir más conscientemente y, en consecuencia, mejor.   Gracias por querer crecer, porque vuestro entorno crecerá y en consecuencia todos lo haremos. Gracias a todos los que este curso habéis confiado en mí.

Tras el verano volveré con la cuarta edición del taller de bienestar de los lunes para todo el que busque indagar en sí mismo, autoconocerse y comenzar ese viaje hacia la esencia, con la segunda edición del taller de los miércoles para continuar ese viaje interior, y con lo que surja…

El grupo Prema ofrece otras actividades que también incluyo por si estás planteándote cara al próximo curso comenzar alguna. Las inscripciones están abiertas y algunos grupos ya se han llenado.

¡¡Feliz y consciente verano!!

Apostando por la gimnasia emocional

Imagen del curso de verano UPV

Un cambio en el estado de la psique produce un cambio en la estructura del cuerpo y a la inversa, un cambio en la estructura del cuerpo produce un cambio en la estructura de la psique. Aristóteles.

Junio. Mes de finales. Descanso estival en las sesiones en Pepsico, fin de trayecto con el profesorado del Colegio San Prudencio  y cerrando el taller de bienestar de los lunes …

El cansancio está ahí. El trajín de preparar, ir, hacer, venir tiene su aquel, pero la satisfacción que se recoge lo compensa todo.  La persona que se acerca y te dice que ya duerme sin pastillas, otra que afirma gritar menos a sus hijos y muchas que el curso ha sido un placer … pues ya está, merece la pena.   Pero no nos engañemos. No todo es maravilloso en este viaje del autoconocimiento y del desarrollo personal.  Hay momentos en los que brotan incomodidades, días en los que la mente no para de rumiar y molesta, emociones que aparecen no se sabe bien de dónde y molestan, frustraciones ante determinadas dinámicas que molestan… pero el denominador común del conocimiento más consciencia es el de liberación.  Porque tiene que ver con hacernos dueños de nuestras vidas, con cambiar el porcentaje de reacción versus respuesta, con dejar buscar fuera lo que tenemos dentro, con tomar conciencia de nuestras luces y sombras para aceptarlas con amabilidad… y en última instancia, seguir caminando y creciendo a pesar de las piedras y obstáculos que podamos encontrar en la vida.

Ayer y hoy he tenido además la oportunidad de asistir a un curso de verano de la Universidad del País Vasco sobre «Conexiones entre la Salud y la Educación Emocional«, con Maite Garaigordobil, Juan Carlos Pérez-González, Igone Echeberria, Mª Carmen Ortega, María Sáinz, Javier Cejudo, Rafael Bisquerra y Dario Paez.

Y está muy bien escuchar de nuevo de boca de estos investigadores incansables toda la evidencia que ya sabemos que existe en esta conexión emociones-salud, porque me reafirma en este camino de la divulgación, de la psicoeducación, del intentar transmitir la importancia de nuestros pensamientos, emociones, de su regulación, de su expresión, no solo para evitar o sobrellevar mejor la enfermedad, sino  para nuestro completo bienestar físico, psicológico y social.

Ya no hay ninguna duda de que la alegría, el amor, la empatía nos hacen más resistentes a la enfermedad, reducen el cortisol, elevan nuestra inmunidad, nos reequilibran y nos alargan y mejoran la vida.  Y de que por el contrario, el odio, el miedo, la tristeza, la ira… nos debilitan, desequilibran, tensan y nos hacen más propensos a la enfermedad.  Saberlo está bien, pero necesitamos integrarlo, practicarlo, precisamos de herramientas, de entrenamiento emocional, para además de conocer ser capaces.

La respiración, la relajación, el mindfulness, la meditación, el movimiento consciente y yoga… grandes aliados en el gimnasio de las emociones. ¡Seguiremos entrenando!

¡Hasta el curso que viene! ¡Feliz y consciente verano!

Rafael Bisquerra en su ponencia: «Beneficios de la educación emocional para la salud»

El viaje de tu vida

Tengo que estar dispuesto a abandonar lo que soy para convertirme en lo que seré. Albert Einstein

Septiembre. Mes de vuelta al cole, de nuevos comienzos.  Dejamos atrás las vacaciones, la desconexión, el parar para poder seguir.  Y aquí estamos de nuevo, con fuerzas renovadas para seguir en este camino del autoconocimiento y del acompañamiento hacia nuestra vida mejor.

En septiembre es habitual que busquemos nuevas actividades para nuestro tiempo libre, en ocasiones es un nuevo idioma, otras veces es un gimnasio donde tratar de quemar los excesos del verano, y a menudo buscamos donde poder disfrutar de un hobby o de eso que nos falta en nuestra ocupación habitual.

A veces son las circunstancias las que nos van llevando hacia nuevas búsquedas. La vida nos va poniendo nuevos asuntos en los que poner en el foco y, aunque a veces sean dolorosos y no los comprendamos, pueden constituir una puerta que se abre hacia una nueva estancia más luminosa: los conflictos y problemas, la enfermedad, la desorientación, la insatisfacción, el estrés o la ansiedad,  la sensación de vacío…  a veces ni siquiera sabemos lo que nos pasa, pero sentimos que algo nos falta…

No es extraño que busquemos fuera: nueva casa, nuevo coche, nueva pareja, otro trabajo…, pero los parches externos no solucionan la sensación de viaje sin rumbo.  Muchas veces es la propia multiactividad y sobreocupación las que nos impiden ver más allá. El trabajo, los niños, la casa… el querer llegar a todo nos absorbe y no hay tiempo para preguntarnos dónde estoy o dónde quiero estar, cómo estoy o cómo quiero estar y mucho menos de hacernos la pregunta por excelencia: ¿quién soy yo?  Y a menudo son el miedo a lo desconocido o los prejuicios los que nos impiden comenzar el viaje interior.

Somos prisioneros de nuestra mente. Darse cuenta es el primer paso en el viaje de la liberación. Ram Dass

  • La práctica de la introspección y de la meditación puede darnos muchas claves: nos ayuda  a salir de nuestros patrones mentales, de nuestro condicionamiento, favorece la observación de nuestros pensamientos -frutos de nuestras creencias perfectamente instauradas- y nos permite viajar hacia nuestro yo profundo y conectar con nuestra esencia.
  • La respiración nos ayuda a sentir la vida en nosotros, a vivir en el presente, a relajarnos y dejar de oponer resistencia a la vida.
  • La práctica de la atención desarrolla nuestra capacidad de ver y comprender lo que sucede dentro y fuera de nosotros, favoreciendo que seamos capaces de tratar a nuestros semejantes y a nosotros mismos de manera más humana y compasiva.

Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas. Henry Miller

¿Te unes al viaje?

Para terminar, te dejo un enlace a esta valiente canción de Diana Navarro de su Álbum Resiliencia (¡Gracias, Alicia!)

Taller de Bienestar

Y como quien no quiere la cosa ha llegado junio… En breve se terminará el curso, el verano ya asoma, llega el tiempo del descanso, del desconectar de la rutina…

Y sin embargo, ya hemos pensado en la vuelta y te hago llegar una propuesta para el próximo curso.  En septiembre, Ramiro González, mi maestro durante los últimos 14 años, inaugura una nueva sala en la C/Colombia para seguir con la práctica del yoga y la meditación.

Espacio que contará además con la participación de Isabel, Maribel, Sagrario, Beatriz… Mi granito de arena consistirá en un Taller de Bienestar los lunes: una hora y media de parada, de teoría y práctica de mindfulness, de respiración y relajación,  meditación en grupo, yogaterapia… un espacio para conquistar el bienestar a través del conocimiento, pero sobre todo de la práctica. Será a las 19:00 a partir de septiembre 2017.

 

¿Te animas a esta búsqueda del bienestar?

¡Te esperamos!

 

 

 

Llamando a torre de control…

Imagénes: Toya Pérez

El mundo no se puede comprender, pero se puede abrazar…  Martin Buber

No resulta fácil explicar con palabras lo que Enrique Martínez Lozano transmite en sus encuentros.  Quizás la palabra sea Paz, con mayúsculas, pero también humildad, amor, seguridad, sabiduría…

El pasado día 11 de abril, nos invitó a conectar con nuestro niño interior.  En ocasiones no somos conscientes de pequeñas o grandes heridas no cerradas, de cuestiones atascadas en la infancia que se manifiestan en nuestro presente en forma de sufrimiento, de conflicto repetitivo, de reacciones desproporcionadas, malestares…  Quizás no siempre nos sentimos valiosos, o a veces no supimos manejar ciertas emociones y se quedaron atrapadas en algún lugar de ese iceberg sumergido que es nuestro subconsciente.  Miedo, soledad, rechazo, culpa, inseguridad… gritan en la vida adulta pero surgen del niño que fuimos.

A través de la práctica meditativa podemos conectar con esos malestares, bien sean físicos o emocionales, tomar distancia, poner nuestra atención en ellos, permitiendo su presencia, relajando la tensión que producen y siendo compasivos con ellos, amándolos de la misma manera que amaríamos a una persona querida que estuviera pasando por ese dolor.  La neurociencia hoy ha demostrado que estos gestos son poderosos, que producen cambios en nuestros circuitos neuronales y en nuestra química cerebral.

El dolor nos endurece, nos tensa, es un mecanismo de defensa para protegernos, pero la propia tensión incrementa la sensación de dolor. La relajación es una herramienta muy importante que solemos practicar al principio de cada clase porque nos prepara para la meditación, nos ayuda a salir del hacer, del control, de la tensión que el día a día nos regala en forma de prisas, de un sinfín de tareas, exigencias –propias y ajenas-, perfeccionismos y “deberías” que a veces nos llevan a una vida sin vida.

Si ponemos un poco de atención a nuestro alrededor nos damos cuenta del sufrimiento que genera esta excesiva búsqueda de control, sobre todo si hemos estado atrapados por sus tentáculos durante mucho tiempo.  Control ilusorio, por otra parte, puesto que la realidad sigue su camino de manera inexorable y no aceptarlo es hacerle la guerra, es pretender cambiar lo que no se puede cambiar, negando el momento presente. Como el pasado jueves, cuando  Fernando me trajo a casa en moto después de yoga y me decía: «Tú relájate y déjate llevar, fluye con el movimiento, confía…». Sí, sí, confía,  enseguida percibes cómo en cada curva te tensas e intentas ¿frenar?¿conducir?

Esa ansia de control, de seguridad, de querer que las cosas sean de una manera determinada, forma parte de nuestro personaje construido, surgen de ese niño interior herido que se coloca una careta con lo que cree que le falta. El control nos da una falsa sensación de seguridad, nos ayuda a mantener una imagen, creemos que nos evita sufrimiento, y es al revés.  Consideramos intolerable la incertidumbre, la impotencia, la incapacidad de controlar o la falta de seguridad y actuamos para aliviarlos, para escapar de ellos, cuando precisamente la solución está en:

  • No huir,  no resistirnos a esos sentimientos
  • Aceptar ese miedo, ese dolor, esa ansiedad
  • Darnos cuenta de que la vida no siempre se ajusta a nuestros planes
  • Percibir que la realidad manda y que nosotros no tenemos el control
  • Ver las cosas como son, no como queremos que sean

Sin olvidar que aceptar no es claudicar, ni rendirse, ni mucho menos resignarse, ni estar de acuerdo, no es pasividad, ni desapego… es alinearnos con la realidad, sean nubes, olas, tormentas, luz u oscuridad.

Para profundizar:

Foster, J. (2012) La más profunda aceptación. Despertar radical en la vida ordinaria. Málaga: Editorial Sirio.

¿Dónde te apetece poner el foco hoy?

Imágenes: Toya Pérez

¡Qué bien estamos! Araceli Elorrieta

Durante los días 1 y 2 de marzo, en la sede de la UNED de Vitoria, el Dr. Juan Carlos Pérez González nos brindó la oportunidad de viajar a la emoción desde la ciencia y de comprobar, una vez más, la importancia de la inteligencia emocional en nuestra felicidad.  Cuando mejora, lo hace también nuestra salud psicológica, el bienestar, la calidad de vida, así como la salud física -hay estudios que demuestran que se reduce el cortisol y el azúcar en sangre-.  La inteligencia emocional influye en nuestro desarrollo personal, profesional y académico.

La relajación, la meditación son estrategias de regulación emocional que aumentan la capacidad de enfocar la atención y de modular la respuesta ante los estímulos.  Estamos programados para prestar atención a lo negativo para sobrevivir. Lo positivo no suele ser peligroso, por lo que nos cuesta más  dirigir nuestra mirada a todo lo bueno que nos rodea, y de ahí que sea preciso entrenar para no dejarnos llevar por estos instintos primarios de supervivencia. Tener una madre como la mía que cada poco dice “¡Qué bien estamos!” resulta de maravillosa ayuda (¡Gracias!), lo que no evita que siga practicando porque, evidentemente, no siempre es fácil llevarlo a cabo. Como decía un compañero de trabajo esta mañana, podemos usar el dolor como una piedra en el camino, o como una zona para acampar (Alan Cohen). En la vida no todo van a ser rosas, pero cuánto tiempo nos enfoquemos en la piedra o cuánto en la flor sí será nuestra elección.

Entrenar la atención nos ayuda a desconectar el piloto automático, a estar presentes, a despertar a una nueva forma de vivir. Su práctica, además de la reducción del estrés  y de la ansiedad, de mejorar la regulación emocional y el autoconocimiento, produce cambios en nuestro cerebro, incrementando la capacidad de concentración, de percibir esos pequeños detalles que pueden ser la diferencia entre bienestar y malestar, de decidir donde ponemos «el foco».

Además de disfrutar con este curso de la UNED, tuve la oportunidad de compartir pupitre con Leticia Garcés Larrea, increíble profesional de la educación emocional, y de darme cuenta -de nuevo- de cómo la vida te va poniendo delante las personas adecuadas en cada momento. Visita su web aquí.

La pregunta que podemos hacernos hoy sería: ¿dónde queremos poner el foco? ¿En lo bueno que la vida nos ofrece, en las oportunidades, en el crecimiento y la evolución? ¿O preferimos seguir dejándonos llevar por el modo defecto programado para el peligro, los problemas y el miedo?

Entrenar la atención nos permite dejar de estar desconectados:

  • Del presente, de nuestras sensaciones, percepciones, impulsos, emociones, pensamientos, de lo que decimos, de nuestros cuerpos, de nuestra intuición.
  • De nuestros sentidos,  de los sonidos que nos transmite el aire, de la belleza de las flores , de la naturaleza, del olor de la tierra mojada…
  • De la vida, del mundo externo, del efecto que provocamos en los demás, de lo que les preocupa o interesa, de lo que dicen detrás de sus palabras.
  • De todo lo positivo que tenemos, de todos los pequeños y maravillosos detalles que cada día asoman y no somos capaces de ver porque estamos distraídos con nuestras preocupaciones mentales, obsesionados con el pasado o el futuro…

Como guinda del pastel, el 7 de marzo Enrique Martínez Lozano volvió a engancharnos en Adurza con su manera de explicar lo inexplicable, con su forma de despertarnos de la hipnosis en que vivimos cuando nos identificamos con las construcciones de la mente, que piensa que la felicidad es algo que está fuera de nosotros y además en el futuro.

Tomar distancia de nuestro parloteo mental,  acallar su incesante discurso entrenando la atención nos permite conectar con nuestra plenitud, nuestra esencia, con «La dicha de Ser«.

Hoy te invito otra vez a ver un vídeo de Fernando Valero. ¿Podrás dedicarle 8 minutos de atención?

Kabat-Zinn, J. (2005). La práctica de la atención plena. Barcelona: Kairós.