Tienes un email…. Remitente: Tu cuerpo.

Imágenes: Toya Pérez

El cuerpo nos habla en susurros; si no somos conscientes de su mensaje, nos habla más alto; si aún no sabemos entender o no hacemos caso, nos sigue hablando más y más alto hasta que nos da un grito…

Eric Rolf.

¡Y ya estamos en marzo! Es increíble cómo pasan las semanas…  En clase, hemos dedicado el mes de febrero a profundizar en la escucha al cuerpo, al síntoma, a pasar de entenderlo como un acontecimiento inoportuno que debe ser reprimido lo antes posible, a verlo como la forma que tiene el cuerpo de expresarse, de decirnos que quizás algo no anda del todo bien.

La atención juega un papel fundamental.  Si nuestra atención se dirige al problema, a la crisis, se centra en uno mismo y se enreda con la narración que nos contamos acerca del tema, nuestra ansiedad y temor aumentarán, lo que, lejos de favorecernos, nos restará energía y ralentizará la curación.

Si, por el contrario, conectamos con el modo en que experimentamos el síntoma, si dirigimos nuestra atención a nuestras reacciones, sin interpretaciones, sin juicios… Si damos la bienvenida a lo que sea que aflora –ira, rechazo, miedo, desesperación, resignación -, tomando distancia, sin dejarnos arrastrar… estaremos procurando una atención “sabia” a la enfermedad, a los síntomas que están aquí y ahora formando parte de nuestra experiencia.

Prestar atención sabia al síntoma significa dejar de identificarse con él, de reprimirlo, de esconderlo, dejar de “matar al mensajero”, de limitar nuestras posibilidades y, en consecuencia, dejar de alejarnos del aprendizaje y del crecimiento.

La causa de la enfermedad es multifactorial, no vamos a poder intervenir en absolutamente todas sus causas, pero sí podemos aportar mucho con esta escucha al cuerpo, con esta toma de conciencia de los mensajes que nos envía, para tomar las riendas y poner todo lo que esté de nuestra parte, desde la comprensión y el amor. Si tu cuerpo se rompe, ¿dónde vivirás?  A veces nos preocupan más las goteras de la casa, los arreglos del coche, que las averías de nuestro propio cuerpo… ¿Eres consciente de tus «goteras»?  Quizás te estén indicando dónde mirar:

  • ¿En tu alimentación?
  • ¿En el ejercicio físico que haces o dejas de hacer?
  • ¿En tus horas y calidad de sueño?
  • ¿En cómo te tomas las cosas? ¿Vives en la prisa, en el estrés continuo? ¿Buscas una perfección imposible, un control extremo, la seguridad absoluta? ¿Te preocupa en exceso el qué dirán, el futuro? ¿O es el pasado el que te está superando? ¿Te sientes imprescindible? ¿Te atrapan unos barrotes de creencias, dogmas, normas sociales que limitan tu crecimiento? ¿Te quieres?
  • ¿O debes dirigir tu mirada a tu propósito de vida?

La meditación nos ayuda a trabajar con el dolor, con las crisis. No es casualidad que se parezca tanto a medicación. Mindfulness implica el esfuerzo deliberado de observar y aceptar, instante tras instante, el malestar físico y las emociones más encrespadas.

Como nos dice Jon Kabat-Zinn, una actitud mindfulness en la enfermedad sería:

«La disposición de acercarse al dolor, abrirse instante tras instante y aprender de él de un modo amable y compasivo con un mismo. Abrirse a las experiencias desagradables y no queridas con la intención de aprender de ellas»

De acuerdo, no es fácil… requiere práctica… como casi todo…

Para saber más:

Bertherat, T. y Bernstein, C. (1976). El cuerpo tiene sus razones. Madrid: Paidós.

Bizkarra, K. (2005). Cuidarte para curarte. Madrid: Dilema.

Dethlefsen, T. y Rudiger, D. (2009). La enfermedad como camino. Barcelona: Debolsillo.

Kabat-Zinn, J. (2016). Vivir con plenitud las crisis. Barcelona: Kairós.

Maris Maruso, S. (2011). El laboratorio del alma.  Barcelona: Vergara.

Rolf, E. (2015). La medicina del alma. Barcelona: Zenith.

¿Qué ha sido de tus propósitos de año nuevo?

Cada uno ha de averiguar constantemente si avanza a estados más felices o no. Si es así, uno se encuentra en el camino correcto. Osho.

5 de febrero de 2017. Dejamos atrás el mes de enero. Mes de los propósitos, de los comienzos, de los finales. En clase hemos trabajado la toma de conciencia de nuestra Salud, con mayúsculas, desde un enfoque biopsicosocial, no solo desde la ausencia de enfermedad. Hemos revisado nuestras conductas de riesgo, aquellas que nos alejan de este estado de bienestar: tabaco, mala alimentación, alcohol, sedentarismo, estrés, aislamiento social, desequilibrio emocional… Nos hemos planteado preguntas como: ¿Quiero cambiarlas?  ¿Sé lo que tengo que hacer para cambiarlas? Porque la teoría parecemos saberla, pero ¿por qué nos cuesta tanto llevarla a la práctica de manera duradera?

Mucha de la culpa parece que se la atribuimos a la fuerza de voluntad.  Encasillamos a las personas en las que tienen o las que no tienen y normalmente todo resulta más fácil si estás en el primer grupo, teniendo la excusa perfecta para no cumplir con los objetivos marcados si te encuentras en el segundo.  ¿Vas a pedir en tu próxima analítica, junto al colesterol o glucosa, el índice de fuerza de voluntad para saber en qué grupo te encuentras? ¿O prefieres pensar, como Nietzsche, que quien tiene un porqué encontrará un cómo? ¿Que el secreto viene por encontrar la motivación, escalar los objetivos, organizarse, valorar las consecuencias y trabajar para ubicarse en el estado de ánimo adecuado?

La tendencia a procastinar, a postegar, a dejar para mañana, parece estar presente también a la hora de no cumplir nuestros eternos propósitos, esos que no tienen fecha de entrega: ver más a tu familia, hacer ejercicio, dejar el tabaco, comer mejor, aprender un idioma, ese proyecto de tus sueños…  Tim Urban cuenta con mucha gracia en esta charla TED cómo actúa la mente de un procastinador profesional:

La vida es muy corta y hay mucho que aprender; aquellas personas que no dejan de postergar, nunca dejan de perderse cosas. La postergación se convierte en un hábito. Y lo que llega siempre es el hoy, el mañana jamás llega. De modo que podéis seguir postergando hasta el infinito.  (Osho, meditación 42 de su libro 365 Meditaciones para el Aquí y Ahora).

El mindfulness o atención plena nos ayuda a tomar conciencia de estas conductas, de las emociones asociadas, de los pensamientos que hay detrás, de las excusas.  Nos permite separarnos de ese ego que nos juzga, nos distrae, nos etiqueta como capaz o incapaz y en última instancia nos limita. Su práctica continuada nos ayuda:

  • A dejar de identificarnos con la voz de nuestra cabeza
  • A darnos cuenta de que nuestras insatisfacciones, victimismos, adicciones, malestares, en resumen, nuestros síntomas, vienen a hablarnos, a mostrarnos el camino hacia nuestra Vida mejor.
  • A tomar las riendas para conquistar nuestro bienestar, nuestra felicidad.

¿Te parece que es difícil o que no tienes tiempo? Puedes empezar dedicándole un minuto:

 

Para saber más:

¿Cuestión de voluntad? Patricia Ramírez

Mindfulness mantiene a la gente alejada del hospital. John Kabat-Zinn.