Solo cerrando las puertas detrás de uno, se abren ventanas del porvenir. Françoise Sagan.
Cuando comienzas el viaje del autoconocimiento, comienzas el viaje menos organizado de tu vida. Cada día emerge una nueva sorpresa, te observas en una emoción inesperada, surge una persona, un hecho casual o más bien causal… y todo ello te va llevando hacia nuevos territorios, hacia una mirada ampliada, lo que irremediablemente te lleva a una mayor apertura.
Apertura. Con esta palabra empezó el pasado domingo mi estancia en Kayzen La Colina, un maravilloso paraje en el que se encuentra la Escuela de Desarrollo Transpersonal en El Escorial. Una tarjeta extraída al azar con la palabra “Apertura”, me llevó a la habitación del mismo nombre en la que pasaría los siguientes cinco días… Parecía un buen comienzo. Observas a tus compañeros de viaje, inevitablemente surgen pensamientos, juicios, expectativas… 28 almas curiosas que sienten ese impulso de búsqueda más allá de ese ego que nunca tiene bastante, ese ego dividido, procesador, controlador…
José Mª Doria nos presenta el encuentro, realiza el primer acompañamiento en el camino de la comprensión, de la comprensión profunda. Porque comprender no es entender. Durante siglos nos hemos enfocado en lo mental, en la ilustración, en la acumulación de conocimientos intelectuales, lo que estuvo bien en su momento, pero en cierta manera nos ha taponando la sabiduría interior, nuestro Ser profundo, nuestra luz. Es hora de desbloquear este tapón. El trabajo meditativo, la consciencia testigo, el silencio, la expresión corporal y emocional, la danza, la música… todo ello de la mano de Antonio, Sara, Silvia… nos acompañarán en la tarea de abrir rendijas en nuestra coraza para dejar que salga la luz que somos.
La psicología transpersonal es una psicología profunda, más allá de la mente, más allá de la jaula del ego, de lo que nos decimos, de la película que nos montamos. La terapia transpersonal acompaña en el despliegue nuestra esencia, de nuestro Ser profundo. Pero como en todos los recorridos, no siempre todo es fácil… En ocasiones hay baches, cuestas, piedras… Cuando empiezas a abrir esa coraza, aparece la sombra, esas máscaras más oscuras a las que no siempre nos apetece mirar. Pero allí está el tesoro… cuando abres las ventanas del sótano y ventilas se hace la luz. Cuando dejas de escapar y vuelves a casa, al Ser, floreces.
Han sido tantas las emociones y experiencias vividas en estos cinco días en Kayzen que sería pretencioso querer plasmarlas con palabras. Me llevo conmigo a todas y cada una de las personas que he conocido, el profundo sentir, la conexión, la comprensión, las maravillosas vivencias compartidas dentro y fuera del aula, y sobre todo el impulso y las ganas de seguir transitando y transmitiendo este camino. Sin olvidar lo último que ves cuando sales de la escuela: Atención, Atención, Atención.