Imágenes: Toya Pérez
Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros. Immanuel Kant.
¿Por qué somos como somos? O mejor ¿Por qué nos comportamos como nos comportamos? ¿Por qué repetimos patrones ancestrales? ¿Por qué no aprendemos de errores pasados?
Si eres amante de la historia, lees novela ambientada en otras épocas o simplemente te entretienes con el Ministerio del Tiempo en la tele, constatarás que desde que el mundo es mundo nos hemos peleado por territorios, dinero, poder, religión, nos hemos enfadado con algún vecino o familiar, hemos sufrido o infringido abandono, rechazo o autoridad… y aunque tomen formas diferentes según los tiempos, en el fondo, comparten una base común llamada EGO.
Cuando se nombra la palabra ego inmediatamente nos viene a la mente, el YO con mayúsculas, ese tipo de persona que consideramos egocéntrica, narcisista con ansias de acaparar toda la atención posible hacia su persona y seguramente nos parezca que no estamos en esa categoría de humano y por tanto pensemos que esto no va con nosotros.
Pero no… ego se refiere a nuestra identificación con los pensamientos, a pensar que esa voz de la cabeza dice la verdad, a creernos que somos la mente, que somos el instrumento, independientemente de si los pensamientos son egocéntricos, humildes o neutros. Los pensamientos nos acompañan todo el día, provienen de creencias profundas que se han ido instalando en nosotros de manera lenta, inconsciente… creencias heredadas de nuestros padres, abuelos… de nuestras circunstancias socio-culturales… algunas son limitantes, otras expansivas, algunas agradables, otras terroríficas… En base a ellas se piensa, se siente y actúa.
Las creencias suponen los filtros con los que vemos el mundo, nuestras gafas. ¿Qué hace que nos creamos más o menos que otras personas, razas, culturas…? ¿Qué permite que continuamente enjuiciemos lo que hacen o dejan de hacer otros? ¿Por qué Don Dinero domina todo? ¿Por qué entendemos que lo nuestro – nuestra medicina, nuestra religión, nuestra cultura, nuestras normas sociales, nuestro progreso – es lo bueno y además nos empeñamos en imponerlo?
En resumen, ¿por qué creemos que hay nosotros y otros?
Mira de qué manera tan graciosa explica el ego Fidel Delgado, en este vídeo de 2 minutos:
Identificados con el ego nos creemos separados, no percibimos el trasfondo de unidad universal que asoma cuando nos distanciamos de esta voz interna. En la consciencia, en la atención, vemos el ego como un instrumento más de nuestro paso por esta vida, un instrumento válido, del que no hay que renegar o huir, un instrumento que hay que afinar e integrar en nuestra experiencia vital.
El viaje:
- de la mente errante o piloto automático a la atención plena
- de la inconsciencia a la consciencia
- del condicionamiento a la libertad
- del ego a la esencia
es el viaje que libera de patrones ancestrales, de reacciones automáticas, de repeticiones incomprensibles, del sufrimiento. Este viaje nos permite aclarar la mirada, tomar distancia y ver esas gafas, comprender, ver en lo que más nos molesta del otro el reflejo de nuestras propias limitaciones, nos ayuda a evolucionar, a crecer… No es un viaje fugaz, ni fácil… es el viaje de la vida.
Para profundizar:
Tolle, E., (2001) El poder del ahora. Madrid: Gaia
Tolle, E., (2006) Un nuevo mundo ahora. Barcelona: Grijalbo