Las autoridades sanitarias deberían advertir que el control y el perfeccionismo son perjudiciales para la salud

Diseño imagen: Angel López de Luzuriaga @ardiluzu

Los órganos lloran las lágrimas que los ojos se niegan a derramar
– Sir William Osler –

Los mensajes de las cajetillas de tabaco se han ido recrudeciendo con el tiempo.  De la nada se fue evolucionando a un “Fumar puede ser perjudicial para la salud”, para terminar en un “Fumar mata” con fotos escalofriantes de enfermedades asociadas.

Ya nadie duda de que envenenarse con sustancias tóxicas diversas es más que malo para la salud, sin embargo no siempre somos tan conscientes de lo perjudiciales que pueden resultar ciertos rasgos de personalidad y comportamientos aprendidos para nuestro bienestar.

Durante estas últimas semanas venimos trabajando en clase cómo podemos fortalecer nuestra salud, qué podemos hacer para ayudar a reequilibrar nuestro organismo cuando falla, cómo prestar atención sabia a los síntomas, convivir con el dolor o entender el componente emocional asociado… y sobre todo cómo darnos cuenta de que somos parte implicada en nuestra salud. Y siempre que sale este tema, es interesante escuchar las reacciones de los participantes: en algunos casos testimonios de enfermedad asociada a estrés o a personalidades controladoras y perfeccionistas, y en otros casos enfados tipo «encima será culpa mía».

Soy muy fan del modelo de pedagogía del dolor que la medicina mente-cuerpo defiende: nuestro cerebro no es infalible, en ocasiones percibe estímulos neutros como amenazas y pone en marcha impulsos nerviosos dolorosos como protección. Arturo Goicoechea, Lorimer Moseley, John Sarno, George Oldfield… Son muchos los autores que trabajan con este modelo, y algunos de ellos introducen además el factor emocional o rasgos de personalidad como invitados de honor en ciertas enfermedades que conllevan dolor asociado:

  • El estrés que nos causa el tomarnos las cosas demasiado en serio
  • El perfeccionismo
  • El querer controlarlo todo
  • La ansiedad e ira reprimidas que puede haber detrás de un exceso de responsabilidad o de un «buenismo» mal entendido…

Hay todo un submundo de motivos que pueden ayudarnos a enfermar.

Seamos o no conscientes, hemos sido educados para reprimir emociones: “no llores, no es nada”, “controla ese genio”, “no tengas miedo”, y un largo etcétera de expresiones que hemos integrado y que en ocasiones seguimos usando en la educación de nuestros hijos e hijas y que nos pueden llevar a una acumulación malsana de emociones no expresadas, no gestionadas, que van colmando una taza interior que puede rebosar en forma de síntoma.

Si además somos analíticos en exceso, tenemos necesidad de tenerlo todo bajo control, somos demasiado responsables, evitamos las confrontaciones, nos cuesta pedir, decir que no, delegar o nos gusta agradar a otros como modus operandi habitual…, sin querer estamos comprando boletos para la siguiente rifa de estrés máximo, lo que nos debilitará y contribuirá a que tengamos más facilidad para enfermar.

Quedarnos en el “yo soy así qué le vamos a hacer” es una actitud habitual pero nuestro personaje es una construcción, y detrás del control y perfeccionismo podemos tener una sombría suma de inseguridad, baja autoestima y viejas emociones contenidas que podemos iluminar y reedificar con el autoconocimiento personal. Tomar distancia de nuestros pensamientos puede ser el primer paso para observar el contenido habitual de esas voces mentales:

  • ¿Deberías hacer esto o no deberías lo otro?
  • ¿Miedo e inseguridad hacia el futuro?
  • ¿Necesidad de reconocimiento continuo?
  • ¿Queja, agresividad, impaciencia…?

¿Sabes de qué va tu cháchara mental? Observarla puede ser el comienzo de tu vida mejor

Para saber más:

Butler, D.S. & Moseley, G. L., (2010) Explicando el Dolor. Australia: Noigroup Publications.

Caudill, M. (2011) Controle el dolor antes de que el dolor le controle a usted. Madrid: Paidós.

Goicoechea, A. (2009) Migraña, una pesadilla cerebral. Bilbao: Desclée de Brouwer

Maris Maruso, S (2011) El laboratorio del alma. Historias que sanan y que merecen ser contadas. Barcelona: Vergara.

Oldfield, G. (2014) Dolor crónico. La clave para tu recuperación. Madrid: Mandala Ediciones.

Pert, Candece B. (1998) Molecules of Emotion: The science behind mind body medicine. Simon and Schuster, EEUU

Sarno, J. (2013) La mente dividida. Barcelona: Editorial Sirio

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