Congreso de Mindfulness en la Educación

«Los educadores felices cambiarán el mundo». Thich Nath Nanh

Después del Congreso de Mindfulness en la Educación celebrado en Zaragoza el 3 y 4 de noviembre, me traigo una sobredosis de ponencias, estudios, ideas, experiencias, resultados… pero también un chute extra de alegría y esperanza en que una nueva educación está en marcha, un aula más mindful, un futuro más consciente.

El mindfulness está en boca de todos y puede sonar a moda pasajera. Le acompañan algo de confusión y mitos, un poco de rechazo en los ambientes más rígidos, descalificación desde la ignorancia de la ignorancia… ocurre a veces con lo que no se conoce o con lo que suena a último grito en crecimiento personal. Quizás un nombre anglosajón no ayude. Pero da igual como lo llames, las palabras a veces confunden las vivencias. Se trata de estar atento, pero de una forma especial, intencionadamente, sin juzgar, mirando profundamente en el interior de uno mismo para autocomprenderse (Kabat-Zinn, 2003). Tan fácil y tan difícil.  Solo cuando lo vives desde la experiencia, cuando despiertas del letargo de los automatismos, es cuando conectas con la seguridad de que no hay vuelta atrás.

La evidencia científica de que su práctica reduce el estrés, aumenta la concentración, la creatividad, la autorregulación, la función ejecutiva… y en consecuencia el rendimiento académico… está ahí.  Pero además tiene un importante componente asociado del que a veces se habla menos, la compasión, de nuevo el lenguaje nos puede llevar a terrenos prejuiciosos, pero que es inseparable de la práctica de mindfulness. Compasión como humanidad compartida, como deseo de aliviar el sufrimiento,  como conexión con todos los seres humanos, con la naturaleza que somos… y que emerge cuando se diluye la sensación del “yo”, cuando dejamos de identificarnos con el ego.  Tal y como afirmaba Javier García Campayo en su ponencia, “la práctica de mindfulness en el aula reduce el acoso escolar, porque aumenta la consciencia de la agresión y la intolerancia a la misma”.

Diversos programas, distintas metodologías pero mismo objetivo: despertar el aula, salir del malestar psicológico que acecha a docentes y estudiantes fruto del estrés que en muchos casos se ha instalado en sus vidas:

  • Programa Aulas Felices. Ricardo Arguís, Zaragoza
  • Escuelas Despiertas, Mindfulness Aplicado a la Educación. Pilar Aguilera, Universidad de Barcelona.
  • Crecer Respirando. Carlos García Rubio, Universidad Autónoma de Madrid y Teodoro Luna, Sukha Mindfulness.
  • Programa Treva, Txemi Santamaría, Universidad de Barcelona.

Respiración, movimiento consciente, relajación, meditación… compañeros de viaje para llegar a la vivencia mindful.

Y premisa común, solo cuando lo integras lo puedes transmitir. No hay fórmulas mágicas, no se puede solo leer, no es un conocimiento puramente cognitivo…  solo a través de la práctica continua y comprometida, a través de la vivencia podremos llevarlo a otros.

Especialmente impactante la ponencia magistral “Mindfulness: SuperVivencia” de Israel Mañas, doctor en Psicología de la Universidad de Almería, sobre todo cuando sus artículos te han acompañado en la carrera y sabes de su trayectoria en el mundo del mindfulness. SuperVivencia porque vivir mindfulness es vivir con excelencia… Nos recordó que a la naturaleza le refanfinfla la felicidad, solo le importa la supervivencia. Nos ha dotado de una mente superdotada para ver e inventar peligros y problemas. Y el sufrimiento en consecuencia nos acompaña de manera inevitable cuando la mente es la que manda. Educación física, importante en el aula… y educación psicológica ¿por qué no?  Los «mindfulneros» cada vez somos más, somos legión y una revolución de la que formar parte para cambiar el mundo a través del cambio individual.

Me quedo con la frase de Belén Colomina: “Vamos a tratar de ser padres presentes, no perfectos”. Padres que construyen momentos mindful, conscientes, de parada, de buenos deseos, de reconocimiento… para romper automatismos, aumentar la reflexión y mejorar el clima emocional de la familia, padres que crean un campamento base para encontrarse, para construir relaciones saludables con uno mismo, con los otros y con el planeta. Como dijo Cristina Jardón: Ser para educar.

Sería imposible reflejar todas las ideas, sensaciones y vivencias de estos dos intensos días, en los que además la vida te junta sutilmente con personas maravillosas como Ana y Eli, te reencuentra con Carolina o Cristina… y te reconecta ¡aún más si cabe! con las ganas de seguir apostando por este camino.

Para terminar, os dejo estas preciosas palabras de Jack Kornfield que compartió Marta Modrego en su ponencia sobre el futuro del mindfulness en la educación:

“Nadie tiene el poder de salvar el mundo entero, pero sí que tienes el poder de hacer tu contribución, con un corazón amoroso y pacífico.

Puedes atender a esa porción del mundo con la que estás en contacto, añadirle un poco de belleza y comprensión.

Y manteniéndote en paz y ecuánime, muestras a los demás que ellos también pueden hacer lo mismo.”

 

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