Finales y principios

Imagen de Geralt en Pixabay 

Todo final es un nuevo comienzo y una nueva oportunidad. Eduardo Alighieri

Fin de curso, uno más. Y no uno cualquiera. Será difícil olvidar este curso 2020-2021. Reducciones de aforo, cambios de horario, mascarillas, gel, incertidumbre, confinamientos perimetrales, complicaciones continuas. Pero ahí hemos estado, ahí habéis estado. Manteniendo la consciencia, la presencia, tratando de no dejarnos engullir por el miedo, inspirando confianza y espirando calma.

Gracias por haber seguido apostando por el crecimiento, porque esa mejor versión de nosotros mismos siga aflorando.

Ahora toca descansar,  aprovechar el verano para salir a la naturaleza, para re-conectarnos con ella y llenarnos de energías renovadas para continuar con lo que sea que nos depare el próximo curso, la próxima pantalla del videojuego de la vida.

Por mi parte, seguiré apostando por el autoconocimiento, la psicoeducación, la evolución de la conciencia combinando teoría y práctica. Inteligencia emocional, social y transpersonal. Práctica de todo lo que nos acerque al bienestar que somos,  a la conexión y comprensión profunda de nosotros mismos.

Si no dudamos en invertir en reformar la casa o en un coche seguro, no olvidemos el cuidado de nuestro verdadero hogar, el que de verdad nos acoge y el que hará nuestro camino vital más o menos agradable. Ahora sé, por experiencia propia, que la inversión más necesaria en nuestra vida es nuestro propio bienestar y por ello seguiré ofreciendo todo lo que a mí me reconectó con él.

Este curso además, con la novedad de que impartiré una clase de yogaterapia para descubrir como el yoga puede ayudarnos en nuestro caminar diario y en esta reconstrucción de nuestra casita real.

Te dejo la información de mis clases y de las del resto de profesoras del Centro Prema. Si lo tienes claro reserva tu plaza cuanto antes en los teléfonos de cada actividad.  ¡Feliz y consciente verano!

Lidiar con la incertidumbre

Todos los días haz algo que te dé miedo. Eleanor Roosevelt

El pasado miércoles 17 de Junio tuvimos el primer taller presencial en el Grupo Prema tras el confinamiento por el covid-19. Aunque con aforo limitado, por fin pudimos sentir esa energía que se genera con el grupo en lo presencial. Hemos estado en contacto virtual durante el confinamiento y nos ha venido bien, pero es la conexión y la presencia con el otro lo que realmente nos nutre y enriquece.

Y el tema elegido para este nuevo comienzo no podía ser otro que la incertidumbre, esa compañera de viaje que nos acompaña constantemente en nuestro caminar vital y ahora más si cabe por las circunstancias que rodean esta crisis. Y sin embargo, más allá del miedo puede estar nuestra vida mejor.

En la sesión reflexionamos sobre la búsqueda perpetua de una seguridad y control ilusorios como parte del adn humano. Salimos de lo mental para comprender la incertidumbre a un nivel más transpersonal, lo que nos ayuda a instalarnos en la confianza y sentir la vida como la escuela que es.

Practicamos a través del cuerpo, de la respiración, del movimiento y de la meditación para generar ese sosiego mental que nos permite conectar con nuestra esencia.

En este vídeo Javier Prieto y yo charlamos sobre el tema…

Ya estamos pensando en el nuevo curso así que si tienes interés en asistir a los talleres de bienestar reserva tu plaza cuanto antes porque tendremos menos. Mientras tanto ¡disfruta del verano!

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Desintegrando el sufrimiento

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¡Gracias!

¡Un nuevo final de curso!  Que llega con el innegable cansancio físico y mental acumulado, pero que sin duda se compensa con la satisfacción y con esos mensajitos tan gratificantes que llegan de asistentes:

  • Una madre que te dice: ”gracias de corazón porque veo mejor a mi hija”…
  • Los “tus clases me han ayudado a estar mejor”…

Pues yo también os doy las gracias. Gracias por esas gracias, por hacerme saber que os ayuda, pero sobre todo por estar ahí en cada sesión, por vuestra voluntad de aprender, de estar presentes, de ser vuestra mejor versión… y  por todo lo que me enseñáis y trasmitís, por estimularme y motivarme para seguir apostando por entrenar esa capacidad que los seres humanos tenemos de vivir más conscientemente y, en consecuencia, mejor.   Gracias por querer crecer, porque vuestro entorno crecerá y en consecuencia todos lo haremos. Gracias a todos los que este curso habéis confiado en mí.

Tras el verano volveré con la cuarta edición del taller de bienestar de los lunes para todo el que busque indagar en sí mismo, autoconocerse y comenzar ese viaje hacia la esencia, con la segunda edición del taller de los miércoles para continuar ese viaje interior, y con lo que surja…

El grupo Prema ofrece otras actividades que también incluyo por si estás planteándote cara al próximo curso comenzar alguna. Las inscripciones están abiertas y algunos grupos ya se han llenado.

¡¡Feliz y consciente verano!!

S.N. Goenka y el camino de la liberación

Conócete a ti mismo y conocerás el universo. Inscripción en el templo de Apolo, Delfos

Los últimos diez días he disfrutado de un curso de meditación Vipassana en Dhamma-Sacca, Candeleda, Avila.  Diez días de silencio, sin tecnología, sin libros, sin escribir, sin música, con muchas horas de cojín… y sí, lo he disfrutado, y mucho.  Y no solo por la vivencia que siempre supone retirarse de la rutina, sino también por el aprendizaje que te traes después a casa.

Hace un tiempo tuvo cierta difusión un twit cuya procedencia original ignoro, pero que me hizo gracia:

Si tomarse un café sin hablar o sin mirar el móvil ya puede resultar extraño, salir de la circulación diez días para meditar desde las 4 y media de la mañana hasta las 9 de la noche, no quiero imaginar qué psicopatología le podría sugerir. Cuando estás sumido en la vorágine del día a día de trabajo, compras, gestiones, vida social, etc  y piensas en parar, te imaginas en la hamaca, el chiringuito o en lo que para ti sea el ideal de “desconexión”, pero pensar en 10 días sin hablar con nadie, sin móvil, madrugando para sentarse en un cojín puede sonar a locura sí…

Cuando se acaba la estimulación externa y las conversaciones son un eco lejano, ya no hay whatsapps, mails o notificaciones varias para distraerse, cuando solo quedas tú con tus pensamientos, es hora de enfrentarse a lo que hay dentro.  A los seres humanos nos ha gustado mucho siempre mirar fuera, de hecho a veces parece que preferimos el estudio de galaxias lejanas que el de nuestro propio interior, pero os aseguro que el viaje a la mente profunda es apasionante.

Los primeros días se trabaja la atención a la respiración. Enseguida notas como se agudiza, como empiezan a despertarse los sentidos, hueles más, la comida te sabe más, escuchas y miras la naturaleza de otra forma… y por supuesto te duele todo más. Las sentadas son largas y las piernas y espaldas se resienten.  Como aquella princesa que notaba el guisante debajo de los colchones puedes llegar a notar una mini costura clavándose en tu trasero como un cuchillo, las rodillas en pliegue dolor máximo, las piernas en modo trombosis y la espalda mostrándote todos los sitios donde puede doler.  Y empieza la fiesta de los pensamientos y juicios …

Paciencia, ecuanimidad, confianza, aceptación, dejar ir… Hora de practicar la teoría y de verificarla… Cuando mantienes una atención ecuánime observas la impermanencia de todo, de esas sensaciones desagradables y también de las agradables. El entrenamiento en no apegarte a nada y en no huir de nada fortalecerá la forma de enfrentarte a la práctica, procurándote esa tranquilidad que supone ver  que «eso» que hace un minuto era insoportable, ya no está. Y no se trata de un «aguantar a que se pase», sino de convivir, de observar, de aceptar…

Ilustración de Ardiluzu

El cuarto día comienza la práctica de Vipassana. La atención se dirige al cuerpo de manera ordenada y se despliegan diferentes sensaciones, unas sutiles, otras intensas, unas agradables, otras no tanto… de nuevo la importancia de no generar negatividad en la mente con lo que debo o no debo sentir, con cómo debería ser este momento y entrenar la capacidad de verlo tal y como es, en paz y armonía con independencia de lo que esté ocurriendo.

Y esto no aplica solo a los ratos de cojín, sino también a los de la habitación compartida con otras cinco supuestas “locas”, a los de las duchas, los del comedor y por supuesto y sobre todo… a la vuelta a la vida.

Aprender a mantener el equilibrio ante lo que suceda, desarrollando ese desapego que no tiene nada que ver con el escapismo o la indiferencia, sino con una mente compasiva que actúa sin agitación, nos ayuda a liberarnos del sufrimiento que la contaminación mental nos produce, pero no de una manera teórica, sino experimentando como la mente interviene en el cuerpo y viceversa.

La limpieza general de la cocina, la cortinas o el trastero están genial… pero una limpieza mental es una experiencia que debe vivirse para comprenderse. Observar la realidad tal y como es, observando la verdad interior, es conocerse a uno mismo directamente a través de la experiencia. Y es en ese momento cuando lo que parece locura… es la vida que llevamos.

Grata sorpresa el número de gente joven asistiendo a este curso y agradecimiento profundo a los profesores, a las servidoras y servidores, y a todo lo que ha hecho posible que haya pasado por esta vivencia estos días, empezando por el Dr. Juan Carlos Vicente que fue quién me animó a hacerlo.

S. N. Goenka (1924-2013) maestro de meditación Vipassana en la tradición de Sayagyi U Ba Khin, comenzó a enseñar esta técnica en la India y con el tiempo extendió sus enseñanzas a otros lugares de Oriente y Occidente. Es una de las técnicas de meditación más antiguas de la India, se enseñaba hace más de 2500 años como una cura universal para problemas universales, es decir, como un arte, el Arte de Vivir.

Apostando por la gimnasia emocional

Imagen del curso de verano UPV

Un cambio en el estado de la psique produce un cambio en la estructura del cuerpo y a la inversa, un cambio en la estructura del cuerpo produce un cambio en la estructura de la psique. Aristóteles.

Junio. Mes de finales. Descanso estival en las sesiones en Pepsico, fin de trayecto con el profesorado del Colegio San Prudencio  y cerrando el taller de bienestar de los lunes …

El cansancio está ahí. El trajín de preparar, ir, hacer, venir tiene su aquel, pero la satisfacción que se recoge lo compensa todo.  La persona que se acerca y te dice que ya duerme sin pastillas, otra que afirma gritar menos a sus hijos y muchas que el curso ha sido un placer … pues ya está, merece la pena.   Pero no nos engañemos. No todo es maravilloso en este viaje del autoconocimiento y del desarrollo personal.  Hay momentos en los que brotan incomodidades, días en los que la mente no para de rumiar y molesta, emociones que aparecen no se sabe bien de dónde y molestan, frustraciones ante determinadas dinámicas que molestan… pero el denominador común del conocimiento más consciencia es el de liberación.  Porque tiene que ver con hacernos dueños de nuestras vidas, con cambiar el porcentaje de reacción versus respuesta, con dejar buscar fuera lo que tenemos dentro, con tomar conciencia de nuestras luces y sombras para aceptarlas con amabilidad… y en última instancia, seguir caminando y creciendo a pesar de las piedras y obstáculos que podamos encontrar en la vida.

Ayer y hoy he tenido además la oportunidad de asistir a un curso de verano de la Universidad del País Vasco sobre «Conexiones entre la Salud y la Educación Emocional«, con Maite Garaigordobil, Juan Carlos Pérez-González, Igone Echeberria, Mª Carmen Ortega, María Sáinz, Javier Cejudo, Rafael Bisquerra y Dario Paez.

Y está muy bien escuchar de nuevo de boca de estos investigadores incansables toda la evidencia que ya sabemos que existe en esta conexión emociones-salud, porque me reafirma en este camino de la divulgación, de la psicoeducación, del intentar transmitir la importancia de nuestros pensamientos, emociones, de su regulación, de su expresión, no solo para evitar o sobrellevar mejor la enfermedad, sino  para nuestro completo bienestar físico, psicológico y social.

Ya no hay ninguna duda de que la alegría, el amor, la empatía nos hacen más resistentes a la enfermedad, reducen el cortisol, elevan nuestra inmunidad, nos reequilibran y nos alargan y mejoran la vida.  Y de que por el contrario, el odio, el miedo, la tristeza, la ira… nos debilitan, desequilibran, tensan y nos hacen más propensos a la enfermedad.  Saberlo está bien, pero necesitamos integrarlo, practicarlo, precisamos de herramientas, de entrenamiento emocional, para además de conocer ser capaces.

La respiración, la relajación, el mindfulness, la meditación, el movimiento consciente y yoga… grandes aliados en el gimnasio de las emociones. ¡Seguiremos entrenando!

¡Hasta el curso que viene! ¡Feliz y consciente verano!

Rafael Bisquerra en su ponencia: «Beneficios de la educación emocional para la salud»

La vida más allá del ego… Kayzen y lo transpersonal

Solo cerrando las puertas detrás de uno, se abren ventanas del porvenir.  Françoise Sagan.

Cuando comienzas el viaje del autoconocimiento, comienzas el viaje menos organizado de tu vida. Cada día emerge una nueva sorpresa, te observas en una emoción inesperada, surge una persona, un hecho casual o más bien causal… y todo ello te va llevando hacia nuevos territorios, hacia una mirada ampliada, lo que irremediablemente te lleva a una mayor apertura.

Apertura. Con esta palabra empezó el pasado domingo mi estancia en Kayzen La Colina, un maravilloso paraje en el que se encuentra la Escuela de Desarrollo Transpersonal en El Escorial. Una tarjeta extraída al azar con la palabra “Apertura”,  me llevó a la habitación del mismo nombre en la que pasaría los siguientes cinco días…  Parecía un buen comienzo. Observas a tus compañeros de viaje, inevitablemente surgen pensamientos, juicios, expectativas…   28 almas curiosas que sienten ese impulso de búsqueda más allá de ese ego que nunca tiene bastante, ese ego dividido, procesador, controlador…

José Mª Doria nos presenta el encuentro, realiza el primer acompañamiento en el camino de la comprensión, de la comprensión profunda. Porque comprender no es entender.  Durante siglos nos hemos enfocado en lo mental, en la ilustración, en la acumulación de conocimientos intelectuales, lo que estuvo bien en su momento, pero en cierta manera nos ha taponando la sabiduría interior, nuestro Ser profundo, nuestra luz. Es hora de desbloquear este tapón.  El trabajo meditativo, la consciencia testigo, el silencio, la expresión corporal y emocional, la danza, la música…  todo ello de la mano de Antonio, Sara, Silvia… nos acompañarán en la tarea de abrir rendijas en nuestra coraza para dejar que salga la luz que somos.

La psicología transpersonal  es una psicología profunda, más allá de la mente, más allá de la jaula del ego, de lo que nos decimos, de la película que nos montamos.  La terapia transpersonal acompaña en el despliegue nuestra esencia, de nuestro Ser profundo.  Pero como en todos los recorridos, no siempre todo es fácil… En ocasiones hay baches, cuestas, piedras… Cuando empiezas a abrir esa coraza, aparece la sombra, esas máscaras más oscuras a las que no siempre nos apetece mirar. Pero allí está el tesoro… cuando abres las ventanas del sótano y ventilas se hace la luz. Cuando dejas de escapar y vuelves a casa, al Ser, floreces.

Han sido tantas las emociones y experiencias vividas en estos cinco días en Kayzen que sería pretencioso querer plasmarlas con palabras. Me llevo conmigo a todas y cada una de las personas que he conocido, el profundo sentir,  la conexión, la comprensión,  las maravillosas vivencias compartidas dentro y fuera del aula, y sobre todo el impulso y las ganas de seguir transitando y transmitiendo este camino.  Sin olvidar lo último que ves cuando sales de la escuela: Atención, Atención, Atención.

 

 

El viaje de tu vida

Tengo que estar dispuesto a abandonar lo que soy para convertirme en lo que seré. Albert Einstein

Septiembre. Mes de vuelta al cole, de nuevos comienzos.  Dejamos atrás las vacaciones, la desconexión, el parar para poder seguir.  Y aquí estamos de nuevo, con fuerzas renovadas para seguir en este camino del autoconocimiento y del acompañamiento hacia nuestra vida mejor.

En septiembre es habitual que busquemos nuevas actividades para nuestro tiempo libre, en ocasiones es un nuevo idioma, otras veces es un gimnasio donde tratar de quemar los excesos del verano, y a menudo buscamos donde poder disfrutar de un hobby o de eso que nos falta en nuestra ocupación habitual.

A veces son las circunstancias las que nos van llevando hacia nuevas búsquedas. La vida nos va poniendo nuevos asuntos en los que poner en el foco y, aunque a veces sean dolorosos y no los comprendamos, pueden constituir una puerta que se abre hacia una nueva estancia más luminosa: los conflictos y problemas, la enfermedad, la desorientación, la insatisfacción, el estrés o la ansiedad,  la sensación de vacío…  a veces ni siquiera sabemos lo que nos pasa, pero sentimos que algo nos falta…

No es extraño que busquemos fuera: nueva casa, nuevo coche, nueva pareja, otro trabajo…, pero los parches externos no solucionan la sensación de viaje sin rumbo.  Muchas veces es la propia multiactividad y sobreocupación las que nos impiden ver más allá. El trabajo, los niños, la casa… el querer llegar a todo nos absorbe y no hay tiempo para preguntarnos dónde estoy o dónde quiero estar, cómo estoy o cómo quiero estar y mucho menos de hacernos la pregunta por excelencia: ¿quién soy yo?  Y a menudo son el miedo a lo desconocido o los prejuicios los que nos impiden comenzar el viaje interior.

Somos prisioneros de nuestra mente. Darse cuenta es el primer paso en el viaje de la liberación. Ram Dass

  • La práctica de la introspección y de la meditación puede darnos muchas claves: nos ayuda  a salir de nuestros patrones mentales, de nuestro condicionamiento, favorece la observación de nuestros pensamientos -frutos de nuestras creencias perfectamente instauradas- y nos permite viajar hacia nuestro yo profundo y conectar con nuestra esencia.
  • La respiración nos ayuda a sentir la vida en nosotros, a vivir en el presente, a relajarnos y dejar de oponer resistencia a la vida.
  • La práctica de la atención desarrolla nuestra capacidad de ver y comprender lo que sucede dentro y fuera de nosotros, favoreciendo que seamos capaces de tratar a nuestros semejantes y a nosotros mismos de manera más humana y compasiva.

Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas. Henry Miller

¿Te unes al viaje?

Para terminar, te dejo un enlace a esta valiente canción de Diana Navarro de su Álbum Resiliencia (¡Gracias, Alicia!)

Caminante no hay camino…

La atención crea el mundo. Javier García Campayo.

Imágenes: Toya Pérez

30 de junio. Fin de mes y fin del curso de Mindfulness para el bienestar que comenzamos en octubre en Ipace Psicología Aplicada; parón veraniego en las sesiones presenciales de Pepsico y ayer cerrando la temporada con un minicurso para profesores en Luis Dorao.  Agotada pero contenta, testimonios de “despertar”, de “me tomo la vida de otra forma”, de «estoy mucho mejor”, de “me noto y me notan más tranquila»,… hacen que merezca mucho la pena este camino.

El darse cuenta de que nuestros automatismos nos dominan y a veces nos llevan por el camino del estrés, del sufrimiento, del agobio… es el primer paso, pero no es suficiente.  Solo con la práctica constante de la atención podremos salir de esa ruta. Dejarnos llevar por nuestro cableado, nuestro software obsoleto, sin ser conscientes, es como pretender guiarnos por un navegador antiguo y que nos lleve a buen puerto.  Nos marcará una ruta, sí, pero solo si nos damos cuenta de que no es la adecuada y tomamos otra, conscientemente, podremos colocarnos en el camino apropiado.

Vivimos en una sociedad poco atenta… la tecnología no ayuda, nos distrae, hace que nos perdamos muchos momentos. Reprochamos a los hijos su adicción, pero nosotros estamos igual.  Les pedimos atención, pero nosotros tampoco podemos mantenerla durante mucho tiempo.  En ocasiones, preferimos entrenar nuestros músculos y no tenemos en cuenta la práctica de la atención, nos preocupamos de limpiar nuestra casa o el coche, pero no de revisar y limpiar aquellas creencias que ya no tienen sentido, que nos están limitando, que nos están haciendo sufrir a nosotros o a los que nos rodean.

Parar, tomar consciencia de nuestra respiración, nuestros pensamientos, sensaciones, emociones… salir de la voz de la cabeza, observar, sentir… y entrenar, practicar, formal e informalmente. Solo así podremos:

  • Integrar de verdad que somos más que todo eso que observamos
  • Conectar con nosotros para conectar con los otros
  • Dejar de sufrir y ser felices, que al fin y al cabo es de lo que se trata. En esta línea, te dejo un artículo de Javier García Campayo: La felicidad es estar atentos

¿Tienes ya claro como nuestra mente nos domina? Si no es así te invito a que leas este divertido escrito de Eva Vallejo, creo que refleja a la perfección el jueguito mental que normalmente nos traemos.

Mindfulness Eva Vallejo

¡Feliz y consciente verano!

 

Taller de Bienestar

Y como quien no quiere la cosa ha llegado junio… En breve se terminará el curso, el verano ya asoma, llega el tiempo del descanso, del desconectar de la rutina…

Y sin embargo, ya hemos pensado en la vuelta y te hago llegar una propuesta para el próximo curso.  En septiembre, Ramiro González, mi maestro durante los últimos 14 años, inaugura una nueva sala en la C/Colombia para seguir con la práctica del yoga y la meditación.

Espacio que contará además con la participación de Isabel, Maribel, Sagrario, Beatriz… Mi granito de arena consistirá en un Taller de Bienestar los lunes: una hora y media de parada, de teoría y práctica de mindfulness, de respiración y relajación,  meditación en grupo, yogaterapia… un espacio para conquistar el bienestar a través del conocimiento, pero sobre todo de la práctica. Será a las 19:00 a partir de septiembre 2017.

 

¿Te animas a esta búsqueda del bienestar?

¡Te esperamos!

 

 

 

¿Quién te crees que eres?

Imagen: Toya Pérez

El sufrimiento es una pesadilla que se cura despertando. Victor Creixell

Hace ya unos cuantos años tuve una profesora de inglés que solía decirnos: Who do you think you are? The Queen? Fue una frase que a mi amiga Rosa y a mí se nos quedó grabada y que hemos utilizado después en múltiples ocasiones, en modo broma “on”.  Con los años, esta frase fue cobrando un nuevo sentido.  ¿Quién creo que soy? ¿Mi profesión? ¿Mi función familiar? ¿Mi personalidad, mi identidad construida?

Podemos creernos la reina o la esclava. Nuestra mente nos puede llevar a terrenos arrogantes, donde nuestra verdad es la única y debemos imponerla. Otras veces nos lleva a la sumisión, a no creernos nuestra valía, a pensar que no vamos a estar a la altura, que somos inferiores y nos doblegamos a los deseos de los demás sin tomar conciencia de si eso es lo que realmente queremos o debemos hacer.

En cualquiera de los casos, serán respuestas de la mente, y no serán ciertas. Como bien cuenta Enrique Martínez Lozano, solo una respuesta desde la atención, desde la consciencia,  puede ser auténtica. No somos lo que pensamos que somos, y resulta que la respuesta a esta pregunta es la clave para nuestro bienestar profundo, para nuestra felicidad.  Curioso, ¿no?

Cuando practicamos mindfulness en clase, cuando entrenamos nuestra conciencia plena al presente, en ocasiones buscamos un objeto de atención, la respiración, la conversación, una pasa que comemos despacio, un movimiento consciente… En otras ocasiones simplemente observamos la mente, los pensamientos que afloran, aceptándolos sin alimentarlos, sin luchar, dejando que se expresen y también que se vayan.

En consecuencia, esa fusión cognitiva, ese creernos esa voz de la cabeza, se va desactivando. En el momento en el que nos damos cuenta de que podemos observar esos pensamientos y que, por tanto, no somos nada de lo que dicen, empieza el auténtico viaje del autoconocimiento profundo.

No hay experiencia más gratificante que mirar los ojos de una persona que despierta, que sale del letargo del piloto automático, que deja de creerse lo que su mente le dice, que deja de culpar a todo y a todos de su malestar, que empieza a descifrar los mensajes del cuerpo, de la vida y que comienza a darse cuenta de quién es de verdad.

Creixel, V. (2008 ) Del sufrimiento a la consciencia. Un camino a la libertad. Madrid: Bubok

 

¿Guerra…. o paz?

Imagénes: Toya Pérez

En realidad pensamos que resolviendo los problemas alcanzaremos la paz, cuando en realidad es abrazando la paz cuando los problemas se resuelven. José María Doria.

Aborrecemos la guerra.  Cuando vemos imágenes de Alepo o de otras partes del mundo, de miles de personas fallecidas o desplazadas a consecuencia de las guerras, nos horrorizamos, nos echamos las manos a la cabeza, nos preguntamos cómo puede ser posible, cómo podemos repetir una y otra vez los mismos desastres.

Y nos cuestionamos: ¿Qué pasa con el ser humano para que sea capaz de aniquilarse a sí mismo? ¿Qué hay detrás de tanta barbarie? ¿Por qué hay guerra?

Etty Hillesum, joven judía que escribió un diario durante la Segunda Guerra Mundial contestaba lo siguiente:

Quizá porque de cuando en cuando me enfurezco con mi vecino. Porque yo y mi vecino y todos los demás no tenemos suficiente amor. Sin embargo, podríamos luchar contra la guerra y todas sus excrecencias liberando, cada día, el amor que está maniatado en nuestro interior y dándole la oportunidad de vivir. Etty Hillesum

Cada vez que nos enfadamos con el vecino, con el cuñado, con el compañero de trabajo o con el dueño del bar de abajo, empezamos una pequeña guerra. Consideramos la guerra un conflicto mayor por el territorio, los alimentos, las riquezas, el poder, pero también existe por las diferencias en puntos de vista, filosofías, ideologías y creencias.  Vemos en el desacuerdo una amenaza hacia nuestra persona. Nos aferramos de tal manera a nuestras ideas y sistema de creencias que en el momento en que alguien sugiere que son equivocados, consideramos que está poniendo en duda y amenazando el relato de mi vida, y entramos en guerra, en pequeño o en grande.

Puede que discutamos, que dejemos de hablarnos, en algunos casos incluso se ha llegado a las manos, o peor… ¿Qué ocurre a veces en las gradas de los eventos deportivos? ¿Qué pasa con la violencia de género? Y sin ir tan lejos: ¿Con quién estoy en disputa continua? ¿A quién no puedo soportar? ¿Vemos las múltiples formas que la guerra toma a nuestro alrededor? ¿Vemos la lucha de egos, de lo que consideramos nuestro yo real y que no es más que una construcción?

¿Y que tienen en común todas estas situaciones? Aunque parezca increíble, sencillamente, la búsqueda del amor.  Todos buscamos amor, aunque las formas de hacerlo sean muy distintas según nuestro aprendizaje, condicionamiento, circunstancias, creencias… Podemos sentirnos dolidos cuando no nos dan lo que creemos que deben darnos,  podemos ver amenazadas nuestras aptitudes, o sentirnos abandonados, apaleados… En ocasiones proyectamos en el enemigo nuestros propios conflictos. Cuando atacamos a alguien, de la forma que sea, resulta de un impulso que proviene de un lugar herido, de un sentimiento de malestar que nos hace sentir la necesidad de arremeter contra ese alguien para sentirnos mejor y demostrar nuestra valía… Pero ¿realmente nos sentimos mejor? ¿O es algo temporal seguido de culpa?

No se trata de justificar nada. Se trata de comprender. Y a partir de la comprensión podremos practicar el “lo que no me gusta de ti, lo corrijo en mí”, podremos dejar de hacer la guerra contra nosotros mismos, contra nuestro círculo cercano, dejar de pensar que la guerra no va con nosotros y caminar hacia la paz, hacia ese «ser el cambio que queremos ver en el mundo» de Gandhi, conectando con esa paz y esa calma interior que tenemos más allá del personaje que hemos construido.

Para profundizar:

Hillesum, E. (2007). Una vida conmocionada: diario 1941-1943. Etty Hillesum. Editorial Anthropos

Foster, J. (2012) La más profunda aceptación. Despertar radical en la vida ordinaria. Málaga: Editorial Sirio.

Llamando a torre de control…

Imagénes: Toya Pérez

El mundo no se puede comprender, pero se puede abrazar…  Martin Buber

No resulta fácil explicar con palabras lo que Enrique Martínez Lozano transmite en sus encuentros.  Quizás la palabra sea Paz, con mayúsculas, pero también humildad, amor, seguridad, sabiduría…

El pasado día 11 de abril, nos invitó a conectar con nuestro niño interior.  En ocasiones no somos conscientes de pequeñas o grandes heridas no cerradas, de cuestiones atascadas en la infancia que se manifiestan en nuestro presente en forma de sufrimiento, de conflicto repetitivo, de reacciones desproporcionadas, malestares…  Quizás no siempre nos sentimos valiosos, o a veces no supimos manejar ciertas emociones y se quedaron atrapadas en algún lugar de ese iceberg sumergido que es nuestro subconsciente.  Miedo, soledad, rechazo, culpa, inseguridad… gritan en la vida adulta pero surgen del niño que fuimos.

A través de la práctica meditativa podemos conectar con esos malestares, bien sean físicos o emocionales, tomar distancia, poner nuestra atención en ellos, permitiendo su presencia, relajando la tensión que producen y siendo compasivos con ellos, amándolos de la misma manera que amaríamos a una persona querida que estuviera pasando por ese dolor.  La neurociencia hoy ha demostrado que estos gestos son poderosos, que producen cambios en nuestros circuitos neuronales y en nuestra química cerebral.

El dolor nos endurece, nos tensa, es un mecanismo de defensa para protegernos, pero la propia tensión incrementa la sensación de dolor. La relajación es una herramienta muy importante que solemos practicar al principio de cada clase porque nos prepara para la meditación, nos ayuda a salir del hacer, del control, de la tensión que el día a día nos regala en forma de prisas, de un sinfín de tareas, exigencias –propias y ajenas-, perfeccionismos y “deberías” que a veces nos llevan a una vida sin vida.

Si ponemos un poco de atención a nuestro alrededor nos damos cuenta del sufrimiento que genera esta excesiva búsqueda de control, sobre todo si hemos estado atrapados por sus tentáculos durante mucho tiempo.  Control ilusorio, por otra parte, puesto que la realidad sigue su camino de manera inexorable y no aceptarlo es hacerle la guerra, es pretender cambiar lo que no se puede cambiar, negando el momento presente. Como el pasado jueves, cuando  Fernando me trajo a casa en moto después de yoga y me decía: «Tú relájate y déjate llevar, fluye con el movimiento, confía…». Sí, sí, confía,  enseguida percibes cómo en cada curva te tensas e intentas ¿frenar?¿conducir?

Esa ansia de control, de seguridad, de querer que las cosas sean de una manera determinada, forma parte de nuestro personaje construido, surgen de ese niño interior herido que se coloca una careta con lo que cree que le falta. El control nos da una falsa sensación de seguridad, nos ayuda a mantener una imagen, creemos que nos evita sufrimiento, y es al revés.  Consideramos intolerable la incertidumbre, la impotencia, la incapacidad de controlar o la falta de seguridad y actuamos para aliviarlos, para escapar de ellos, cuando precisamente la solución está en:

  • No huir,  no resistirnos a esos sentimientos
  • Aceptar ese miedo, ese dolor, esa ansiedad
  • Darnos cuenta de que la vida no siempre se ajusta a nuestros planes
  • Percibir que la realidad manda y que nosotros no tenemos el control
  • Ver las cosas como son, no como queremos que sean

Sin olvidar que aceptar no es claudicar, ni rendirse, ni mucho menos resignarse, ni estar de acuerdo, no es pasividad, ni desapego… es alinearnos con la realidad, sean nubes, olas, tormentas, luz u oscuridad.

Para profundizar:

Foster, J. (2012) La más profunda aceptación. Despertar radical en la vida ordinaria. Málaga: Editorial Sirio.

Cuéntame ¿cómo pasó?

Imágenes: Toya Pérez

No es que siendo como somos no pidamos; más bien el no pedir nos hace ser como somos. Rafael Echeverría

Marzo, otro mes más que hemos dejado atrás, y en el que nos hemos centrado en la parte más social de la búsqueda del bienestar.  Somos seres sociales y en nuestras interacciones diarias con otras personas, bien en casa, en el trabajo o en nuestro ocio, surgen muchas veces roces o malentendidos que nos provocan malestar, sufrimiento y pueden ser obstáculos en nuestro aprendizaje y evolución.

Como nos dice Rafael Echeverría en su Ontología del Lenguaje:

  • Los seres humanos somos seres lingüísticos
  • El lenguaje no es solo descripción, también es acción
  • Nos creamos en el lenguaje y a través de él, por lo que tenemos la posibilidad de diseñar nuestra forma de ser.

Aquello que decimos, o dejamos de decir, así como la manera en la que lo decimos, pueden generar nuevas relaciones, compromisos, posibilidades, futuros, realidades… nos transforma, constituyendo además nuestra forma de ser, que no es fija o inmutable, sino cambiante según nuestras acciones.

La escucha es parte importante de este proceso comunicativo.  No estamos acostumbrados a escuchar: muchas veces interrumpimos construyendo las frases del otro, dando por hecho que sabemos lo que va a decir o para contar lo nuestro, reaccionamos con impulsividad, enjuiciamos el habla del otro o nos desconectamos y divagamos en nuestros temas pendientes.

Escuchar es regalar al otro nuestra presencia, es poner los cinco sentidos a lo que nos dicen y ser conscientes de la forma de ser especial de cada uno, abrirnos a la diferencia, a la comprensión.  De nuevo la atención plena nos ayuda a esta escucha mindfulness, consciente, no solo a lo que nos dicen, también a las emociones del otro, a nuestros juicios, a nuestra forma de interpretar el mensaje…

Nuestras conversaciones nos abrirán o cerrarán posibilidades, transformarán nuestra forma de ser, mostrarán qué tipo de observadores somos, qué juicios se esconden detrás de lo que decimos.  Quizás no seamos del todo conscientes, pero la forma en que nos comunicamos, nuestros problemas o miedos a la hora de pedir, o de decir que no, perdona,  te quiero, gracias, no lo sé… nos definen y diseñan nuestros futuros, mostrando además la salud de nuestras relaciones interpersonales.

¿Cómo evalúas tu capacidad de escucha?  ¿Los demás te escuchan a ti? ¿Sabes pedir aquello que necesitas?  ¿Sabes decir que no a aquello que no quieres hacer?  ¿Eres consciente del poder transformador del lenguaje? Pon atención y observa…

Echeverría, R. (2005) La ontología del lenguaje. Chile: J.C. Sáez