Aprendiendo a soltar

No puedes salir de la prisión mental a menos que seas consciente de que estás preso.

Recién llegada de las jornadas de Psicología Transpersonal celebradas en Tudela, este año con la temática “Aprender a soltar”, saboreo esa agradable sensación de resonancia con lo escuchado y la sonrisa interior que aparece en consecuencia.

Soltar… lo viejo, lo que no está en sintonía con nuestro ser, lo que nos hace sufrir… Pensamos en soltar como sinónimo de dejar ir, y a veces lo confundimos con no enfrentarnos con lo que sucede, no sostenerlo o no abrirnos a la experiencia en todo su esplendor.

Pero soltar tiene mucho que más que ver con comprender, con no aferrarnos a lo que creemos que somos, con soltar el ego o personalidad construida para darnos cuenta de que después de hacerlo seguimos siendo…

El antropólogo Josep María Fericgla nos presenta la foto de una sociedad actual emocionalmente inestable, en la multitarea superficial, en la cultura de la insustancialidad y del dopaje…  Atados al trabajo, a las obligaciones sociales, al territorio, a la hipoteca, al consumismo… Somos sujetos atados que miran hacia afuera. Aboga por recuperar los ritos iniciáticos para soltar la estructura egoica y renacer a la transformación profunda.

Dokushô Villalba, maestro zen español, nos recuerda que vivimos soñando, atrapados en percepciones subjetivas, apegados y aferrados a realidades que nos creemos como buenas… Pero todo es impermanente, todo cambia cada momento con lo que: ¿qué realidad es la mejor? La mía claro, pero ¿cuál? ¿La que veía con 20, 30 o 40 años? Cuando no nos damos cuenta de la impermanencia de todo, sufrimos. Cuando nos apegamos a una situación agradable o rechazamos otra que no nos gusta, sufrimos. Soltar es abrirse a lo venga, es aceptación real, no resignación, es paz, es dejar de luchar con lo que hay.

La psicóloga transpersonal Débora Diógenes nos ayuda a reflexionar sobre nuestras armaduras, sobre la prisión que en ocasiones constituye nuestra imagen construida, nuestras expectativas o las de nuestros sistemas y como nos resistimos a la transformación por el miedo a lo desconocido, a la muerte, a perder nuestra identidad…

Mi querido Enrique Martínez Lozano, psicoterapeuta, sociólogo y teólogo, nos acompaña en el camino de la confianza, elemento imprescindible en el soltar. Nos ayuda a entender lo contraintuitivo del soltar… estamos apegados al control y a la seguridad, tenemos una necesidad humana irrenunciable, pero la estamos poniendo en el lugar erróneo: padres, trabajo, estudios, títulos, creencias… La seguridad no está fuera, esa seguridad es ilusoria… y nos conduce a la resistencia, al control, a la reactividad… y en consecuencia al sufrimiento. La vida es un soltar constante, podemos resistirnos, resignarnos o movilizarnos a través de la aceptación, pero la clave sobre todo está en la comprensión de lo que somos, en salir de la identificación con la mente, del ego, que nos impide soltar porque vería amenazada su existencia.

La Dra. Matilde de Torres nos plantea las siguientes preguntas: ¿Por qué tenemos que aprender a soltar? ¿Cuándo dejamos de saber hacerlo? De nuevo la mirada hacia afuera nos da la pista. Sabemos y comprendemos que vamos a morir, pero no vivimos de acuerdo con eso, nos apegamos a las cosas materiales en lugar de dirigir la mirada hacia el interior y contribuir a la verdadera autorrealización. No podemos soltar lo que creemos que somos. Si creo que soy mis posesiones, no las suelto, si creo que soy mi mente y sus creencias, no las suelto. Pero el crecimiento es soltar, a veces por discernimiento pero la mayor parte de las veces por saturación de sufrimiento. Soltar es rendirse a lo que es y confiar, vivir lo que surja en mi vida evitando las resistencias, lo que no quiere decir estar de acuerdo o que sea justo lo que me ocurre, quiere decir entender qué hay detrás, qué aprendizaje conlleva y actuar en consecuencia.

Por último, la psicóloga Charo Cuenca nos aporta la visión sistémica del soltar. Nacer es soltar… soltar una zona confortable, atravesar un angustioso túnel y llegar a una zona nueva.  Y la vida, crecer, será un continuo soltar, atravesar túneles y llegar a lo nuevo que será más o menos agradable. Podemos resistirnos e intentar quedarnos en ese útero confortable, pero la vida no nos va a dejar, nos empujará de una manera o de otra.  El ego no quiere crecer, se resiste, le gusta el control y la seguridad, tratará de que no vayas, surgirán miedos… Pero la vida tiende al crecimiento.  Esta mirada sistémica puede dar luz a patrones familiares desordenados, a la ruptura de las leyes de pertenencia, jerarquía o compensación de Hellinger, a esos roles que desempeñamos y no nos corresponden, para dejar de mantenerlos, para soltarlos y dirigirnos hacia nuestro lugar adulto y consciente.

Meditar, el sentarse para sentirse, la atención para darnos cuenta, la respiración para espirar lo inspirado, la relajación para dejar de hacer… Ayudas concretas en el camino del soltar lo que antes hemos tomado. Cada uno de los ponentes daría para mucho más, resueno y vibro con ellos y escucharles ha sido un maravilloso chute de energía para seguir en el camino del soltar, del crecer y de la expansión de la consciencia que soy.

Mención especial a mis amigos Rocío y Txutxín, por su siempre amable hospitalidad y por su acompañamiento estos días,  a Román Gonzalvo de la Asociación Transpersonal Iberoamericana y a todos los que hacen posible este tipo de encuentros.

Con Enrique y Matilde en el Teatro Gaztanbide:

Con Rocío y Txutxín en Los Fayos:

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