¡Gracias!

¡Un nuevo final de curso!  Que llega con el innegable cansancio físico y mental acumulado, pero que sin duda se compensa con la satisfacción y con esos mensajitos tan gratificantes que llegan de asistentes:

  • Una madre que te dice: ”gracias de corazón porque veo mejor a mi hija”…
  • Los “tus clases me han ayudado a estar mejor”…

Pues yo también os doy las gracias. Gracias por esas gracias, por hacerme saber que os ayuda, pero sobre todo por estar ahí en cada sesión, por vuestra voluntad de aprender, de estar presentes, de ser vuestra mejor versión… y  por todo lo que me enseñáis y trasmitís, por estimularme y motivarme para seguir apostando por entrenar esa capacidad que los seres humanos tenemos de vivir más conscientemente y, en consecuencia, mejor.   Gracias por querer crecer, porque vuestro entorno crecerá y en consecuencia todos lo haremos. Gracias a todos los que este curso habéis confiado en mí.

Tras el verano volveré con la cuarta edición del taller de bienestar de los lunes para todo el que busque indagar en sí mismo, autoconocerse y comenzar ese viaje hacia la esencia, con la segunda edición del taller de los miércoles para continuar ese viaje interior, y con lo que surja…

El grupo Prema ofrece otras actividades que también incluyo por si estás planteándote cara al próximo curso comenzar alguna. Las inscripciones están abiertas y algunos grupos ya se han llenado.

¡¡Feliz y consciente verano!!

El malestar en el bienestar

Imágenes: Inés Núñez

La felicidad no es una estación a la que llegas, sino una manera de viajar. Margaret Lee Runbeck

Los seres humanos venimos programados de serie para la supervivencia. Nuestras mentes intentan protegernos llevándonos al pasado para recordar lo que sucedió y no se debería repetir, y al futuro para prevenir posibles males que estén por venir.  Solemos estar acomodados en esta tendencia innata y si vivimos en el piloto automático es muy posible que dejemos de habitar el presente como norma general.

Y sin embargo en la atención al momento presente podemos estar mucho más felices que en el desánimo por un pasado que no volverá o en la angustia por un futuro incierto. Ya nos lo dice Javier García Campayo en este artículo sobre la felicidad de estar atentos.   El trabajo con mindfulness, con la meditación, con el yoga y la respiración, nos permite potenciar esa habilidad de estar presentes en una sociedad inatenta absorbida por la tecnología, el estrés y las prisas. Cultivar la atención nos ayuda a oler, ver, escuchar, saborear, tocar… a disfrutar de lo pequeño y no perdernos la vida divagando, a conectar con nuestra sabiduría interior, con nuestra intuición y en resumen a vivir una vida más plena.

Lo que no quiere decir que todo sea un camino de rosas… 

  • A veces cuesta parar. Lo de cerrar los ojos y estar en quietud en la meditación puede ser una tortura para algunas personas al principio y nos puede desanimar. La mente errante nos distrae continuamente y aunque es lo normal y se trata precisamente de darnos cuenta de eso, nos da la sensación de que «no nos sale». Conviene empezar con ratos pequeños que nos permitan terminar con ganas de más. La práctica informal también es una buena manera de practicar la atención en movimiento en las tareas cotidianas.
  • Si además practicas yoga, algunas posturas pueden costar, ser incómodas, recordarnos nuestras numerosas limitaciones… lo que es muy parecido a la vida. Puedes instalarte en lo que sale mal, en el malestar y la incomodidad… o puedes intentar poner todo lo posible de tu parte, aceptando y soltando la tensión y el control por el resultado.
  • Mirar hacia adentro puede devolvernos sensaciones desagradables. Vivimos en la capa de protección y para llegar a nuestro ser esencial hay que atravesar la capa de vulnerabilidad. Nuestro niño interior herido nos conecta con emociones que en ocasiones hemos de acoger y respirar…

Pero todo ello es Vida.  Buscar una ilusoria sensación de bienestar perpetuo no es realista. Cada día ocurren situaciones que nos perturban, problemas con los que lidiar, conflictos que resolver, fracasos, esfuerzos sin recompensa aparente, enfermedades y un largo etcétera de piedras en este camino de vida, que pueden ser un calvario o formar parte de la escalera de tu crecimiento.

El marketing de la felicidad a veces nos confunde…  Ser felices no es estar siempre alegres, no tener problemas,  pasar de ellos o ser optimista a jornada completa. Se puede ser feliz y estar triste, llorar, tener malos momentos, estar enfermo, enfadarse, sentir dolor o gritar. El trasfondo tiene más que ver con la aceptación, con la serenidad, con saber de la impermanencia de las cosas, con el “esto también pasará”, con una visión “¿para qué?” por encima de la visión “¿por qué a mí?”.  Tiene que ver con permitir, con acoger, con sostener, con abrazar lo que se presente con paciencia, intentando abrirse a la experiencia y ver un aprendizaje detrás de ese mal momento. Pero sobre todo tiene que ver con comprender quiénes somos de verdad, con dejar de identificarnos con el ego, que puede sufrir, estar enfermo o sin trabajo, pero que no es nuestra naturaleza esencial. Tiene que ver con saborear cada momento «siendo«, en lugar de pensando.

Permitir el malestar es parte de la vida. Abrazarlo con amabilidad es parte del bienestar.

Para saber más:

  • Gawdat, M. (2018) El Algoritmo de la Felicidad. Madrid: Zenith
  • Krishnananda (2016) De la Codependencia a la Libertad. Cara a cara con el miedo. Madrid: Gaia.
  • Lozano, E. (2016) La Dicha de Ser. No-dualidad y vida cotidiana. Bilbao: Desclée de Brouwer.
  • Rovira, A. (2003) La Brújula Interior. Barcelona: Ediciones Urano

Mindfulness: ¿Moda, invento capitalista o algo más?

Diseño imagen: Angel López de Luzuriaga @ardiluzu

La Atención Plena es una experiencia de primer orden, en primera persona, y no una experiencia filtrada por la mente de otro. Jon Kabat-Zinn.

El curso comienza con entusiasmo. Tras un descanso estival, con lecturas varias y retiro en Kayzen incluido, mil ideas bullen en mi cabeza tratando de encontrar la forma de materializarse. Encaje de bolillos con el tiempo para ir poniendo en marcha el nuevo curso y poder ir aterrizando esas ideas que empujan con avidez para salir al mundo.

Comienzo con una pequeña vuelta al cole durante la primera semana de septiembre. Profesores de la ESO y bachiller reunidos para conocer un poco más de mindfulness, qué es, qué no es y cómo puede ayudarme a subir algún peldaño de bienestar en este curso que empieza, con los retos que se presentan por delante.

Vivencia, práctica, experiencia… no hay otra. Quedarse en la teoría no permite integrar. Formal o informal, en quietud o en movimiento, pero a fin de cuentas: atención, atención y atención…  Salir del piloto automático, de la identificación con la mente, movernos del ego a la esencia es todo un viaje, un viaje vital que no siempre se comprende en el nivel del pensamiento. Conectar con el cuerpo, con la emoción, con lo que hay más allá de la cháchara mental tiene su dificultad cuando llevamos toda una vida de desconexión.

Y entre algunas personas surge la pregunta: esto del mindfulness… ¿no es un invento capitalista? Al fin y al cabo… ¿no es una forma de vender bienestar para seguir produciendo?

Buena y entendible pregunta a la que me gustaría dedicar unas líneas de reflexión personal.

Ciertamente en los últimos años los cursos, programas, formaciones varias que incluyen mindfulness en sus títulos ha crecido de forma exponencial.  Desde que en los años 70 Jon Kabat-Zinn creara en Estados Unidos su programa para la reducción del estrés basado en mindfulness, su expansión ha sido vertiginosa. En parte debido a los buenos resultados cosechados en sus estudios científicos, replicados y metaanalizados por doquier, y en parte por el momento social en el que occidente se encuentra, un momento de desconexión profunda de su naturaleza esencial.

A partir de aquí han ocurrido varias cosas:

  • Una sensación de moda, como en su día ocurrió con el coaching, de último grito en crecimiento personal, lo que puede inducir a mucha gente a pensar en un negociete más del mundo del desarrollo humano. Un vocablo anglosajón puede colaborar bastante a esta sensación en los países de habla hispana.
  • El surgimiento de todo un ejército de personas más o menos formadas, más o menos implicadas, con una vivencia más o menos integrada, que puede llevar a las dudas razonables a la hora de elegir una dirección fiable.
  • La aparición de una cierta desconfianza hacia su aplicación en las organizaciones como forma de suavizar la presión y las demandas que los trabajadores perciben por otro lado: “por un lado te estreso y por otro te enseño a manejarlo para que produzcas más”.

Sin embargo, la práctica de la atención plena dista mucho de ser nueva. Puede que Jon Kabat-Zinn tratara de occidentalizar una práctica ancestral como es la meditación y si así ha sido posible que llegue a lugares donde sino no hubiera llegado, bienvenidos sean el nombre y el programa. Para los que venimos de la práctica del yoga y la meditación la teoría nos encajaba con lo que ya hacíamos, pero gracias a esta «moda» otros muchos han comenzado a practicar.

Y cómo en absolutamente todos los campos en los que intervengan personas, puede haber mejores  o peores profesionales y desde luego utilitarismo económico o finalidades más o menos aprovechadas, pero creo que nada demasiado diferente a lo que ocurre en cualquier otro área o profesión.

Si nos enfocamos en la verdadera esencia del mindfulness, la mirada puede ser muy diferente. Si nos damos real cuenta de lo que obtenemos cuando pasamos de la inconsciencia a la consciencia, del condicionamiento a la libertad, de la reacción a la respuesta… comprenderemos que integrar en nuestra vida la atención o conciencia plena,  nos ayuda* a:

  • Trascender nuestro ego, nuestra pantalla de pensamientos fruto de nuestra programación. Conectar con esa conciencia testigo que atestigua con ecuanimidad, que nos ayuda a dejar de creernos nuestro personaje construido.
  • Dejar de perdernos la vida distraídos con el pasado o preocupados por un futuro incierto y desconocido, lo que además disminuye nuestro sufrimiento secundario, colaborando a revisar nuestros peligros imaginarios y ayudándonos a surfear las olas de la vida.
  • Ser conscientes de nuestras emociones y de las de los demás, potenciando nuestra capacidad de elección y de gestión emocional, incrementando nuestra empatía, nuestra mirada compasiva y nuestra comprensión de las motivaciones propias y de los demás, mejorando nuestras habilidades de escucha y comunicación.
  • Comer de manera consciente, entendiendo nuestras verdaderas necesidades alimenticias, conectando con la sabiduría interna de escucha a las señales de hambre y saciedad, sin tomar de la naturaleza más de lo que necesitamos y sin castigar a nuestro cuerpo y al planeta con excesos  innecesarios.
  • Empoderarnos, elegir cómo queremos responder a las circunstancias de la vida.
  • Dejar de huir del momento presente narcotizándonos con alcohol, tabaco, drogas, compras, juego, medicamentos, deporte obsesivo, diversión, tecnología o cualquier otra excusa para no enfrentarnos a lo importante.
  • Prestar una atención más sabia a la enfermedad y al síntoma, escuchando los mensajes del cuerpo antes de que grite y permitiéndonos una convivencia más serena con el dolor y la enfermedad.
  • Conectar con nuestra sabiduría interior, con nuestra creatividad, con nuestra intuición y con nuestro sentir profundo. Dejar de buscar fuera lo que se halla dentro.

Y la verdadera esencia del mindfulness no es una práctica superficial e interesada. La verdadera esencia va de humanización, de conexión, de bondad, de sentirnos parte de la naturaleza que somos, de compasión, de unidad. El nombre es lo de menos.

La pregunta que yo haría sería: ¿qué opinará el capitalismo de una práctica que te ayuda a estar mejor con lo que tienes,  a comer mejor, de manera más sostenible y a dejar de evadirte de la realidad con la droga que sea que hayas elegido?

*Ayuda no es igual a panacea, a milagro, a «arreglatodoparatodos»… La práctica de mindfulness no sustituye la psicoterapia, ni los tratamientos médicos o psiquiátricos.

Apostando por la gimnasia emocional

Imagen del curso de verano UPV

Un cambio en el estado de la psique produce un cambio en la estructura del cuerpo y a la inversa, un cambio en la estructura del cuerpo produce un cambio en la estructura de la psique. Aristóteles.

Junio. Mes de finales. Descanso estival en las sesiones en Pepsico, fin de trayecto con el profesorado del Colegio San Prudencio  y cerrando el taller de bienestar de los lunes …

El cansancio está ahí. El trajín de preparar, ir, hacer, venir tiene su aquel, pero la satisfacción que se recoge lo compensa todo.  La persona que se acerca y te dice que ya duerme sin pastillas, otra que afirma gritar menos a sus hijos y muchas que el curso ha sido un placer … pues ya está, merece la pena.   Pero no nos engañemos. No todo es maravilloso en este viaje del autoconocimiento y del desarrollo personal.  Hay momentos en los que brotan incomodidades, días en los que la mente no para de rumiar y molesta, emociones que aparecen no se sabe bien de dónde y molestan, frustraciones ante determinadas dinámicas que molestan… pero el denominador común del conocimiento más consciencia es el de liberación.  Porque tiene que ver con hacernos dueños de nuestras vidas, con cambiar el porcentaje de reacción versus respuesta, con dejar buscar fuera lo que tenemos dentro, con tomar conciencia de nuestras luces y sombras para aceptarlas con amabilidad… y en última instancia, seguir caminando y creciendo a pesar de las piedras y obstáculos que podamos encontrar en la vida.

Ayer y hoy he tenido además la oportunidad de asistir a un curso de verano de la Universidad del País Vasco sobre «Conexiones entre la Salud y la Educación Emocional«, con Maite Garaigordobil, Juan Carlos Pérez-González, Igone Echeberria, Mª Carmen Ortega, María Sáinz, Javier Cejudo, Rafael Bisquerra y Dario Paez.

Y está muy bien escuchar de nuevo de boca de estos investigadores incansables toda la evidencia que ya sabemos que existe en esta conexión emociones-salud, porque me reafirma en este camino de la divulgación, de la psicoeducación, del intentar transmitir la importancia de nuestros pensamientos, emociones, de su regulación, de su expresión, no solo para evitar o sobrellevar mejor la enfermedad, sino  para nuestro completo bienestar físico, psicológico y social.

Ya no hay ninguna duda de que la alegría, el amor, la empatía nos hacen más resistentes a la enfermedad, reducen el cortisol, elevan nuestra inmunidad, nos reequilibran y nos alargan y mejoran la vida.  Y de que por el contrario, el odio, el miedo, la tristeza, la ira… nos debilitan, desequilibran, tensan y nos hacen más propensos a la enfermedad.  Saberlo está bien, pero necesitamos integrarlo, practicarlo, precisamos de herramientas, de entrenamiento emocional, para además de conocer ser capaces.

La respiración, la relajación, el mindfulness, la meditación, el movimiento consciente y yoga… grandes aliados en el gimnasio de las emociones. ¡Seguiremos entrenando!

¡Hasta el curso que viene! ¡Feliz y consciente verano!

Rafael Bisquerra en su ponencia: «Beneficios de la educación emocional para la salud»

De la torta a tiempo y del yo no tengo ningún trauma

Los niños son como cemento fresco, cualquier cosa que caiga sobre ellos deja una huella. Haim Ginott

Empecemos por el principio: el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Quien más o quien menos ha metido la pata educando a sus hijos y yo la primera que lo ha hecho muchas veces. Los hijos son maestros, vas aprendiendo según crecen y si volvieras atrás harías las cosas de diferente manera, pero en su momento lo hiciste de la mejor manera que supiste y lo importante es seguir aprendiendo y creciendo con ellos. La culpa no sirve, pero el conocimiento y el ser consciente sí. Solemos decir que los niños no vienen con un manual debajo del brazo pero hoy en día tenemos la suerte de contar con muchísimos profesionales de la educación que, gracias a muchos años de estudio e investigación, tienen muchas claves que nos pueden ayudar en el acompañamiento.

Ayer tuve el inmenso placer de compartir jornada con varios de estos profesionales en el III Congreso de Educación Emocional celebrado en Pamplona y organizado por la plataforma Padres Formados:

  • Juan Carlos Pérez-González y Neurociencia afectiva y social: emociones y cerebro, o de cómo cuando entiendes un poco cómo funciona el cerebro eres capaz de entender por qué tu hijo/a reacciona y se comporta como lo hace, y en consecuencia eres capaz de corresponder a la conducta de manera más adaptativa. Ya no son tiempos de hablar de los adolescentes y la edad del pavo o la hormona, sino de entender que si su corteza prefrontal no está totalmente desarrollada y su sistema límbico está desbocado no podemos pretender que se comporten como adultos. Es la hora de la escucha, de la presencia, de dar autonomía y confianza desde los límites y la paciencia, y siempre desde el amor incondicional.
  • Enrique G. Fernández-Abascal y Psicología positiva. Emociones y motivación, o de cómo entender que la motivación no funciona con zanahorias o palmaditas en la espalda, sino con la atención, el compromiso, las relaciones interpersonales, los logros y el significado vital.
  • Maite Garaigordobil Landazabal. Juego cooperativo para el desarrollo socioemocional, o de lo necesario e importante que es el juego en el desarrollo infantil, juego cooperativo y no competitivo, juego como fuente de placer, de libertad, que contribuye al aprendizaje, al desarrollo corporal, intelectual, social y afectivo, potenciando la imaginación y la creatividad.
  • Carlos Hue García y Los docentes: competencias emocionales, liderazgo y bienestar docente, o de la necesidad de docentes que sorprendan, enamoren, ilusionen, impresionen, fascinen, creen y ayuden a crear… y que enseñen a hacer amigos, fomentando la empatía, la autoestima, el autoconocimiento y el Ser.  Si encima lo compartes con tanto humor como lo hace Carlos el mensaje cala seguro.
  • Anna Forés y Resilencia: Crecer desde la adversidad, o de ver que el centro de nuestra vida no es lo que no funciona, sino la vida misma, que es importante ver y aceptar la herida, tener mentalidad de crecimiento, del todavía no pero a futuro igual sí, y darnos cuenta de que detrás de lo que se ve hay una historia, así como de que la confianza, la esperanza, el optimismo, el tú me importas, construyen personas resilientes.

Tuve el honor de terminar la jornada con un apartado para la consciencia, para entender cómo la atención plena puede ser el compañero en este camino emocional, dándome cuenta de cómo estoy, de desde dónde actúo, para de este modo pasar de la reacción automática a la respuesta libre, de la inconsciencia a la consciencia.

El objetivo es común, favorecer el desarrollo de una educación emocional que permita resolver las rabietas y conflictos desde los buenos tratos, promover familias emocionalmente competentes con estrategias más allá de la torta a tiempo o la zapatilla, que ni sirven, ni respetan y que solo demuestran escasez de recursos del que las utiliza.  Que hayan sido parte de nuestra cultura no es excusa para que sigan con nosotros. Podemos hacer una larga lista de barbaridades que se han hecho en la historia de la humanidad…

Sin olvidar la necesidad de poner límites, que no está reñido con los buenos tratos,  que la educación no es condicionamiento por miedo y que las consecuencias lógicas tienen más sentido que los castigos. No debemos confundir educar en la competencia emocional con la permisividad, con el “laisser faire”, porque no tienen absolutamente nada que ver. Evadirnos de nuestra responsabilidad parental es otra forma de maltrato.

Cuando como excusa nos aferramos al “a mí me daban y no tengo ningún trauma”, quizás no tengamos en cuenta que los traumas en la mayoría de las ocasiones no son visibles, ni conscientes, que todos tenemos un niño interior que sufrió con cada desprecio, con cada azote, con cada humillación, un niño interior que no ha crecido y que manifiesta esas heridas con síntomas que quizás no asociemos – porque nadie nos ha enseñado a asociarlos -, pero que pueden ser visibles en forma de malestar físico o emocional, comportamientos no deseados u otras manifestaciones… ¿Qué contribución queremos hacer al niño interior de nuestros hijos/as?

Si el tema te resuena, si quieres comprometerte con la labor educativa desde el conocimiento, desde el desarrollo de nuevas competencias emocionales, puede serte útil el libro de Leticia Garcés Larrea – pedagoga, experta en educación emocional y organizadora del Congreso comentado-, titulado: “Padres formados, hijos educados. Familias emocionalmente competentes y resilientes”.  Escrito en un formato accesible, con multitud de ejemplos reales con los que seguro que te identificas más de una y más de dos veces, se hace un recorrido por el conocimiento neurocientífico que nos ayuda a entender muchas de las conductas de nuestros hijos -base para poder manejarlas después-, y nos guía hacia la competencia emocional en el seno de la familia para desarrollar hijos resilientes, con inteligencia emocional, que sean fuente de aprendizaje y con vínculos afectivos seguros. Merece la pena.

Y como lo uno lleva a lo otro, no puedo dejar pasar la oportunidad de recomendar otro libro, en este caso “Profesionales portadores de oxitocina. Los buenos tratos profesionales” de Íñigo Martínez de Mandojana Valle, que en la misma línea de promoción del buen trato, -en este caso desde la visión de un educador social y psicopedagogo-, nos ayuda a desenredar conceptos, a aprender de los errores, a saber que no somos infalibles, a tener la humildad de reconocerlo y abrirnos a una nueva forma de generar posibilidades a través de esa oxitocina que proporciona el buen trato. Iñigo nos relata cómo acompañar, sin paternalismo arrogante, sin posicionarse en el papel de experto que todo lo cura. Y sobre todo, promueve la conexión desde el «sintonizar», desde ese baile sutil que se produce cuando las esencias se unen, cuando se logra ver más allá de las apariencias, del personaje construido, sabiendo que lo que es bueno para uno puede no serlo para otro. Escrito en un original formato comienza en el saber, sigue en el pensar y acaba en el hacer.

En ambos libros tienes una invitación para tejer relaciones bientratantes, sólidas y significativas, para crecer en competencia emocional y en estrategias de resolución. ¿De verdad quieres seguir en la zapatilla?

 

Congreso de Mindfulness en la Educación

«Los educadores felices cambiarán el mundo». Thich Nath Nanh

Después del Congreso de Mindfulness en la Educación celebrado en Zaragoza el 3 y 4 de noviembre, me traigo una sobredosis de ponencias, estudios, ideas, experiencias, resultados… pero también un chute extra de alegría y esperanza en que una nueva educación está en marcha, un aula más mindful, un futuro más consciente.

El mindfulness está en boca de todos y puede sonar a moda pasajera. Le acompañan algo de confusión y mitos, un poco de rechazo en los ambientes más rígidos, descalificación desde la ignorancia de la ignorancia… ocurre a veces con lo que no se conoce o con lo que suena a último grito en crecimiento personal. Quizás un nombre anglosajón no ayude. Pero da igual como lo llames, las palabras a veces confunden las vivencias. Se trata de estar atento, pero de una forma especial, intencionadamente, sin juzgar, mirando profundamente en el interior de uno mismo para autocomprenderse (Kabat-Zinn, 2003). Tan fácil y tan difícil.  Solo cuando lo vives desde la experiencia, cuando despiertas del letargo de los automatismos, es cuando conectas con la seguridad de que no hay vuelta atrás.

La evidencia científica de que su práctica reduce el estrés, aumenta la concentración, la creatividad, la autorregulación, la función ejecutiva… y en consecuencia el rendimiento académico… está ahí.  Pero además tiene un importante componente asociado del que a veces se habla menos, la compasión, de nuevo el lenguaje nos puede llevar a terrenos prejuiciosos, pero que es inseparable de la práctica de mindfulness. Compasión como humanidad compartida, como deseo de aliviar el sufrimiento,  como conexión con todos los seres humanos, con la naturaleza que somos… y que emerge cuando se diluye la sensación del “yo”, cuando dejamos de identificarnos con el ego.  Tal y como afirmaba Javier García Campayo en su ponencia, “la práctica de mindfulness en el aula reduce el acoso escolar, porque aumenta la consciencia de la agresión y la intolerancia a la misma”.

Diversos programas, distintas metodologías pero mismo objetivo: despertar el aula, salir del malestar psicológico que acecha a docentes y estudiantes fruto del estrés que en muchos casos se ha instalado en sus vidas:

  • Programa Aulas Felices. Ricardo Arguís, Zaragoza
  • Escuelas Despiertas, Mindfulness Aplicado a la Educación. Pilar Aguilera, Universidad de Barcelona.
  • Crecer Respirando. Carlos García Rubio, Universidad Autónoma de Madrid y Teodoro Luna, Sukha Mindfulness.
  • Programa Treva, Txemi Santamaría, Universidad de Barcelona.

Respiración, movimiento consciente, relajación, meditación… compañeros de viaje para llegar a la vivencia mindful.

Y premisa común, solo cuando lo integras lo puedes transmitir. No hay fórmulas mágicas, no se puede solo leer, no es un conocimiento puramente cognitivo…  solo a través de la práctica continua y comprometida, a través de la vivencia podremos llevarlo a otros.

Especialmente impactante la ponencia magistral “Mindfulness: SuperVivencia” de Israel Mañas, doctor en Psicología de la Universidad de Almería, sobre todo cuando sus artículos te han acompañado en la carrera y sabes de su trayectoria en el mundo del mindfulness. SuperVivencia porque vivir mindfulness es vivir con excelencia… Nos recordó que a la naturaleza le refanfinfla la felicidad, solo le importa la supervivencia. Nos ha dotado de una mente superdotada para ver e inventar peligros y problemas. Y el sufrimiento en consecuencia nos acompaña de manera inevitable cuando la mente es la que manda. Educación física, importante en el aula… y educación psicológica ¿por qué no?  Los «mindfulneros» cada vez somos más, somos legión y una revolución de la que formar parte para cambiar el mundo a través del cambio individual.

Me quedo con la frase de Belén Colomina: “Vamos a tratar de ser padres presentes, no perfectos”. Padres que construyen momentos mindful, conscientes, de parada, de buenos deseos, de reconocimiento… para romper automatismos, aumentar la reflexión y mejorar el clima emocional de la familia, padres que crean un campamento base para encontrarse, para construir relaciones saludables con uno mismo, con los otros y con el planeta. Como dijo Cristina Jardón: Ser para educar.

Sería imposible reflejar todas las ideas, sensaciones y vivencias de estos dos intensos días, en los que además la vida te junta sutilmente con personas maravillosas como Ana y Eli, te reencuentra con Carolina o Cristina… y te reconecta ¡aún más si cabe! con las ganas de seguir apostando por este camino.

Para terminar, os dejo estas preciosas palabras de Jack Kornfield que compartió Marta Modrego en su ponencia sobre el futuro del mindfulness en la educación:

“Nadie tiene el poder de salvar el mundo entero, pero sí que tienes el poder de hacer tu contribución, con un corazón amoroso y pacífico.

Puedes atender a esa porción del mundo con la que estás en contacto, añadirle un poco de belleza y comprensión.

Y manteniéndote en paz y ecuánime, muestras a los demás que ellos también pueden hacer lo mismo.”

 

De cómo mirarse honestamente a los ojos…

Recuerda que cuando señalas con el dedo, tres dedos te señalan a ti. Proverbio inglés.

Imagen: Toya Pérez

Seamos sinceros. Nos gusta criticar, nos lo pasamos bien juzgando. Es deporte nacional despotricar. Contra el gobierno, contra la oposición, contra la empresa, contra los jefes, contra los sindicatos, contra la Iglesia, contra los anarquistas, contra los ricos, contra los comunistas, contra los que llegan tarde, contra los vagos, contra los alternativos, contra los conservadores…, la lista es infinita… Nos embarcamos en batallas contra aquello que no soportamos, nos enfadamos, nos indignamos y nos empeñamos en criticar lo que sea que nos causa tanta desazón hasta convertirlo -en ocasiones- en nuestro modo de vida, envenenándonos con la química de la rabia perpetua.  A veces, somos nosotros mismos el objeto de la crítica, nos hacemos de menos, no aceptamos nuestro cuerpo, nos exigimos lo que no está escrito…

Otra alternativa es refugiarnos en distracciones más o menos saludables, llámense trabajo, apariencias, adicciones, hijos,  bienes materiales, deporte extremo y otro infinito mundo de excusas.  ¿Qué mejor manera de no enfocarme en lo mío?

Qué egoísta, ¿no? Con todo lo que ocurre a mi alrededor ¿enfocarme en lo mío? 

Ser el cambio que queremos ver en el mundo, es una maravillosa frase atribuida a Ghandi y que recogería precisamente esta idea de primero dedicarme a lo mío. Lo que no quiere decir:

  • Que no haya que ayudar al otro…, precisamente alienta a ser esa tipo de persona que intenta beneficiar al mayor número de personas posible cada día. Y no tienen por qué ser personas lejanas: la pareja, los hijos, la familia, compañeros de trabajo, vecinos… puede ser un buen comienzo, sin olvidar que la caridad bien entendida empieza por uno mismo.
  • Que no haya que luchar contra las injusticias…, precisamente anima a ser honesto y coherente con los principios de igualdad y no discriminación del otro. Y dentro del barrio, colegio o comunidad seguro que hay oportunidades.
  • Que no haya que favorecer al oprimido, precisamente supone convertirse en acompañante que empodera y facilita la pesca.
  • Que no haya que actuar, que no debamos movernos en la dirección de una sociedad mejor, precisamente empuja a ser esa sociedad mejor, a pulir esas pequeñas o grandes aristas que todos tenemos y cuyo roce provoca brechas de incomprensión, de incomunicación, de des-conexión, de insatisfacción.

Si cada uno de nosotros pudiéramos convertirnos en esa mejor versión, esa versión amable, equilibrada, que no tiene miedo, que se ha liberado del resentimiento envenenador,  del sufrimiento, que ha encontrado su misión en el mundo, el sentido profundo de la vida, que no necesita distracciones porque se ha dado cuenta que ya lo tiene todo en su interior… nuestro entorno estaría mejor y como un imparable efecto dominó, el mundo estaría mejor. ¿O preferimos dedicarnos a pretender cambiar el mundo sin trabajar «lo nuestro»?

Mirémonos fijamente a los ojos en el espejo que son los demás y seamos honestos:  empecemos a trabajar en nosotros lo que no nos gusta de los otros. Mirémonos para dentro y observemos nuestras emociones más desagradables, nuestro sufrimiento, nuestra infelicidad, nuestro vacío, nuestra insatisfacción…  Alguna pista para este trabajo interior:

  • Párate un momento y observa tu respiración: ¿Es rápida? ¿Es lenta? ¿Se queda en la parte alta de tus pulmones? ¿Llega a notarse en el abdomen?
  • ¿Puedes conectar con alguna emoción predominante ahora mismo? ¿Rabia? ¿Tristeza? ¿Culpa? ¿Asco? ¿Miedo? ¿La sientes en el cuerpo? ¿Sabes qué la desencadenó y qué quiere de ti? ¿Es proporcional a ese estímulo o viene del pasado? ¿Es dolorosa? ¿Opones resistencia?
  • Una vez que se toma conciencia de la emoción y se permite la experiencia, podemos dirigir suavemente nuestra inspiración allí donde sintamos esa emoción en el cuerpo, retener unos instantes el aire y exhalar muy despacio, soltando, dejando ir... repitiendo el ejercicio hasta que la emoción o emociones encadenadas se «disuelvan».

Ellas son nuestras aliadas. Si las permitimos, si las escuchamos, si las dejamos ir una vez cumplido su cometido y actuamos en consecuencia, serán nuestros trampolines a esa mejor versión, a esa vida mejor para nosotros y para los demás. Existe un impulso innato que nos hace caminar en esa dirección, así que no es fácil escapar… En el momento que podamos decir que nosotros estamos muy bien, habremos conseguido que  el mundo sea un poquito mejor. 

Y no es egoísmo, es resolver, es camino, es humanidad compartida.

Para profundizar:

Hawkins, D.  (2014) Dejar Ir: El Camino De La Entrega. Barcelona: El grano de mostaza.

Simón, V. (2011) Aprender a practicar mindfulness. Barcelona: Sello Editorial.

 

 

¿Qué nos pasa a los seres humanos?

Imágenes: Toya Pérez

Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros. Immanuel Kant.

¿Por qué somos como somos? O mejor ¿Por qué nos comportamos como nos comportamos? ¿Por qué repetimos patrones ancestrales? ¿Por qué no aprendemos de errores pasados?

Si eres amante de la historia, lees novela ambientada en otras épocas o simplemente te entretienes con el  Ministerio del Tiempo en la tele, constatarás que desde que el mundo es mundo nos hemos peleado por territorios, dinero, poder, religión, nos hemos enfadado con algún vecino o familiar, hemos sufrido o infringido abandono, rechazo o autoridad… y aunque tomen formas diferentes según los tiempos,  en el fondo, comparten una base común llamada EGO.

Cuando se nombra la palabra ego inmediatamente nos viene a la mente, el  YO con mayúsculas, ese tipo de persona que consideramos egocéntrica, narcisista con ansias de acaparar toda la atención posible hacia su persona y seguramente nos parezca que no estamos en esa categoría de humano y por tanto pensemos que esto no va con nosotros.

Pero no… ego se refiere a nuestra identificación con los pensamientos, a pensar que esa voz de la cabeza dice la verdad, a creernos que somos la mente, que somos el instrumento, independientemente de si los pensamientos son egocéntricos, humildes o neutros. Los pensamientos nos acompañan todo el día, provienen de creencias profundas que se han ido instalando en nosotros de manera lenta, inconsciente… creencias heredadas de nuestros padres, abuelos… de nuestras circunstancias socio-culturales…  algunas son limitantes, otras expansivas, algunas agradables, otras terroríficas… En base a ellas se piensa, se siente y actúa.

Las creencias suponen los filtros con los que vemos el mundo, nuestras gafas. ¿Qué hace que nos creamos más o menos que otras personas, razas, culturas…? ¿Qué permite que continuamente enjuiciemos lo que hacen o dejan de hacer otros? ¿Por qué Don Dinero domina todo? ¿Por qué entendemos que lo nuestro – nuestra medicina, nuestra religión, nuestra cultura, nuestras normas sociales, nuestro progreso – es lo bueno y además nos empeñamos en imponerlo?

En resumen, ¿por qué creemos que hay nosotros y otros?

Mira de qué manera tan graciosa explica el ego Fidel Delgado, en este vídeo de 2 minutos:

Identificados con el ego nos creemos separados, no percibimos el trasfondo de unidad universal que asoma cuando nos distanciamos de esta voz interna. En la consciencia, en la atención, vemos el ego como un instrumento más de nuestro paso por esta vida, un instrumento válido, del que no hay que renegar o huir, un instrumento que hay que afinar e integrar en nuestra experiencia vital.

El viaje:

  • de la mente errante o piloto automático a la atención plena
  • de la inconsciencia a la consciencia
  • del condicionamiento a la libertad
  • del ego a la esencia

es el viaje que libera de patrones ancestrales, de reacciones automáticas, de repeticiones incomprensibles, del sufrimiento. Este viaje nos permite aclarar la mirada, tomar distancia y ver esas gafas, comprender, ver en lo que más nos molesta del otro el reflejo de nuestras propias limitaciones, nos ayuda a evolucionar, a crecer…  No es un viaje fugaz, ni fácil… es el viaje de la vida.

Para profundizar:

Tolle, E., (2001)  El poder del ahora. Madrid: Gaia

Tolle, E., (2006) Un nuevo mundo ahora. Barcelona: Grijalbo

El viaje de tu vida

Tengo que estar dispuesto a abandonar lo que soy para convertirme en lo que seré. Albert Einstein

Septiembre. Mes de vuelta al cole, de nuevos comienzos.  Dejamos atrás las vacaciones, la desconexión, el parar para poder seguir.  Y aquí estamos de nuevo, con fuerzas renovadas para seguir en este camino del autoconocimiento y del acompañamiento hacia nuestra vida mejor.

En septiembre es habitual que busquemos nuevas actividades para nuestro tiempo libre, en ocasiones es un nuevo idioma, otras veces es un gimnasio donde tratar de quemar los excesos del verano, y a menudo buscamos donde poder disfrutar de un hobby o de eso que nos falta en nuestra ocupación habitual.

A veces son las circunstancias las que nos van llevando hacia nuevas búsquedas. La vida nos va poniendo nuevos asuntos en los que poner en el foco y, aunque a veces sean dolorosos y no los comprendamos, pueden constituir una puerta que se abre hacia una nueva estancia más luminosa: los conflictos y problemas, la enfermedad, la desorientación, la insatisfacción, el estrés o la ansiedad,  la sensación de vacío…  a veces ni siquiera sabemos lo que nos pasa, pero sentimos que algo nos falta…

No es extraño que busquemos fuera: nueva casa, nuevo coche, nueva pareja, otro trabajo…, pero los parches externos no solucionan la sensación de viaje sin rumbo.  Muchas veces es la propia multiactividad y sobreocupación las que nos impiden ver más allá. El trabajo, los niños, la casa… el querer llegar a todo nos absorbe y no hay tiempo para preguntarnos dónde estoy o dónde quiero estar, cómo estoy o cómo quiero estar y mucho menos de hacernos la pregunta por excelencia: ¿quién soy yo?  Y a menudo son el miedo a lo desconocido o los prejuicios los que nos impiden comenzar el viaje interior.

Somos prisioneros de nuestra mente. Darse cuenta es el primer paso en el viaje de la liberación. Ram Dass

  • La práctica de la introspección y de la meditación puede darnos muchas claves: nos ayuda  a salir de nuestros patrones mentales, de nuestro condicionamiento, favorece la observación de nuestros pensamientos -frutos de nuestras creencias perfectamente instauradas- y nos permite viajar hacia nuestro yo profundo y conectar con nuestra esencia.
  • La respiración nos ayuda a sentir la vida en nosotros, a vivir en el presente, a relajarnos y dejar de oponer resistencia a la vida.
  • La práctica de la atención desarrolla nuestra capacidad de ver y comprender lo que sucede dentro y fuera de nosotros, favoreciendo que seamos capaces de tratar a nuestros semejantes y a nosotros mismos de manera más humana y compasiva.

Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas. Henry Miller

¿Te unes al viaje?

Para terminar, te dejo un enlace a esta valiente canción de Diana Navarro de su Álbum Resiliencia (¡Gracias, Alicia!)

Caminante no hay camino…

La atención crea el mundo. Javier García Campayo.

Imágenes: Toya Pérez

30 de junio. Fin de mes y fin del curso de Mindfulness para el bienestar que comenzamos en octubre en Ipace Psicología Aplicada; parón veraniego en las sesiones presenciales de Pepsico y ayer cerrando la temporada con un minicurso para profesores en Luis Dorao.  Agotada pero contenta, testimonios de “despertar”, de “me tomo la vida de otra forma”, de «estoy mucho mejor”, de “me noto y me notan más tranquila»,… hacen que merezca mucho la pena este camino.

El darse cuenta de que nuestros automatismos nos dominan y a veces nos llevan por el camino del estrés, del sufrimiento, del agobio… es el primer paso, pero no es suficiente.  Solo con la práctica constante de la atención podremos salir de esa ruta. Dejarnos llevar por nuestro cableado, nuestro software obsoleto, sin ser conscientes, es como pretender guiarnos por un navegador antiguo y que nos lleve a buen puerto.  Nos marcará una ruta, sí, pero solo si nos damos cuenta de que no es la adecuada y tomamos otra, conscientemente, podremos colocarnos en el camino apropiado.

Vivimos en una sociedad poco atenta… la tecnología no ayuda, nos distrae, hace que nos perdamos muchos momentos. Reprochamos a los hijos su adicción, pero nosotros estamos igual.  Les pedimos atención, pero nosotros tampoco podemos mantenerla durante mucho tiempo.  En ocasiones, preferimos entrenar nuestros músculos y no tenemos en cuenta la práctica de la atención, nos preocupamos de limpiar nuestra casa o el coche, pero no de revisar y limpiar aquellas creencias que ya no tienen sentido, que nos están limitando, que nos están haciendo sufrir a nosotros o a los que nos rodean.

Parar, tomar consciencia de nuestra respiración, nuestros pensamientos, sensaciones, emociones… salir de la voz de la cabeza, observar, sentir… y entrenar, practicar, formal e informalmente. Solo así podremos:

  • Integrar de verdad que somos más que todo eso que observamos
  • Conectar con nosotros para conectar con los otros
  • Dejar de sufrir y ser felices, que al fin y al cabo es de lo que se trata. En esta línea, te dejo un artículo de Javier García Campayo: La felicidad es estar atentos

¿Tienes ya claro como nuestra mente nos domina? Si no es así te invito a que leas este divertido escrito de Eva Vallejo, creo que refleja a la perfección el jueguito mental que normalmente nos traemos.

Mindfulness Eva Vallejo

¡Feliz y consciente verano!

 

Taller de Bienestar

Y como quien no quiere la cosa ha llegado junio… En breve se terminará el curso, el verano ya asoma, llega el tiempo del descanso, del desconectar de la rutina…

Y sin embargo, ya hemos pensado en la vuelta y te hago llegar una propuesta para el próximo curso.  En septiembre, Ramiro González, mi maestro durante los últimos 14 años, inaugura una nueva sala en la C/Colombia para seguir con la práctica del yoga y la meditación.

Espacio que contará además con la participación de Isabel, Maribel, Sagrario, Beatriz… Mi granito de arena consistirá en un Taller de Bienestar los lunes: una hora y media de parada, de teoría y práctica de mindfulness, de respiración y relajación,  meditación en grupo, yogaterapia… un espacio para conquistar el bienestar a través del conocimiento, pero sobre todo de la práctica. Será a las 19:00 a partir de septiembre 2017.

 

¿Te animas a esta búsqueda del bienestar?

¡Te esperamos!

 

 

 

Parar para poder seguir. Desconectar para conectar.

Imagen: Toya Pérez

No dejes que un mundo loco te diga que el éxito es otra cosa que un momento presente exitoso. Eckart Tolle

Nuestros pensamientos nos invaden gran parte del día, con tareas pendientes, juicios, preocupaciones, pasado, futuro… incluso la publicidad da buena cuenta últimamente de esta habitual rutina del no poder parar, como en este anuncio, en el que tras mucho ajetreo mental, su protagonista disfruta de unos instantes de atención plena en el lavado de su vehículo, lo que le permite tomar consciencia de lo importante sobre lo urgente.

Los pasados 25 y 26 de mayo tuve la oportunidad de acudir al I Congreso Internacional de Mindfulness en las Organizaciones del siglo XXI, organizado por el Dr. Javier García Campayo, de la Universidad de Zaragoza. Para mí fue un momento de parar, de salir de la rutina, de escuchar… para seguir, para seguir implicada en la transmisión de lo que supone estar consciente en un mundo que cada vez va más rápido, que cada día parece exigir más y en el que las organizaciones buscan líderes, excelencia, productividad, rendimiento, creatividad… pero que a veces olvidan que, si las personas no están bien, las empresas no lo estarán y la sociedad tampoco.

Fueron tantos los profesionales que por allí pasaron que tendré que repasar mis notas más de una vez para integrar todo lo escuchado… Por ahora me quedo con algunas de las frases escuchadas:

  • ¿Qué me estoy perdiendo cada vez que pierdo el tiempo con el móvil? Janice Marturano
  • ¿De quién es el propósito que estoy viviendo? Javier Pladevall
  • ¿Cómo quiero estar en la vida? ¿Quién quiero ser? Patricio Barriga
  • Nuestra responsabilidad para cambiar el mundo comienza en nosotros mismos y la enseñanza a los demás  debe surgir desde nuestra transformación.  Pregúntate cada noche: ¿Qué has aprendido hoy y de qué te has dado cuenta? Cristina Jardón
  • Rendir más no es trabajar más, sino trabajar mejor, desde el bienestar físico y mental y desde la presencia consciente. Susana Cantón
  • Mindfulness no es un cursillo, es un modo de vivir, de trabajar. Es un estado de presencia en las organizaciones. Javier Cantera
  • Da tiempo, da palabras, da presencia. Jamie Bristow
  • El liderazgo será más o menos consciente en función de la mayor o menor relación con mi esencia. Estrella Bernal
  • La práctica de la meditación promueve la permisividad del error, de la distracción, para volver a la atención. Bruno Solari
  • … y mucho más…

Queda mucho camino por recorrer, conseguir una sociedad mejor, una empresa mejor, pasa por conseguir personas que estén mejor, líderes transformacionales, auténticos, que dejen atrás los métodos transaccionales premio-castigo; el líder del futuro ya no es solo mental, inspirador, carismático… es emocional y es consciente (Estrella Bernal).

En una sociedad cada vez más tecnológica a veces es difícil la desconexión pero ciertamente es imprescindible para la «conexión»… ¿Te apuntas al reto de buscar ratos de desconexión tecnológica, para estar atento a aquello en lo que debemos estar conectados?

¿Quién te crees que eres?

Imagen: Toya Pérez

El sufrimiento es una pesadilla que se cura despertando. Victor Creixell

Hace ya unos cuantos años tuve una profesora de inglés que solía decirnos: Who do you think you are? The Queen? Fue una frase que a mi amiga Rosa y a mí se nos quedó grabada y que hemos utilizado después en múltiples ocasiones, en modo broma “on”.  Con los años, esta frase fue cobrando un nuevo sentido.  ¿Quién creo que soy? ¿Mi profesión? ¿Mi función familiar? ¿Mi personalidad, mi identidad construida?

Podemos creernos la reina o la esclava. Nuestra mente nos puede llevar a terrenos arrogantes, donde nuestra verdad es la única y debemos imponerla. Otras veces nos lleva a la sumisión, a no creernos nuestra valía, a pensar que no vamos a estar a la altura, que somos inferiores y nos doblegamos a los deseos de los demás sin tomar conciencia de si eso es lo que realmente queremos o debemos hacer.

En cualquiera de los casos, serán respuestas de la mente, y no serán ciertas. Como bien cuenta Enrique Martínez Lozano, solo una respuesta desde la atención, desde la consciencia,  puede ser auténtica. No somos lo que pensamos que somos, y resulta que la respuesta a esta pregunta es la clave para nuestro bienestar profundo, para nuestra felicidad.  Curioso, ¿no?

Cuando practicamos mindfulness en clase, cuando entrenamos nuestra conciencia plena al presente, en ocasiones buscamos un objeto de atención, la respiración, la conversación, una pasa que comemos despacio, un movimiento consciente… En otras ocasiones simplemente observamos la mente, los pensamientos que afloran, aceptándolos sin alimentarlos, sin luchar, dejando que se expresen y también que se vayan.

En consecuencia, esa fusión cognitiva, ese creernos esa voz de la cabeza, se va desactivando. En el momento en el que nos damos cuenta de que podemos observar esos pensamientos y que, por tanto, no somos nada de lo que dicen, empieza el auténtico viaje del autoconocimiento profundo.

No hay experiencia más gratificante que mirar los ojos de una persona que despierta, que sale del letargo del piloto automático, que deja de creerse lo que su mente le dice, que deja de culpar a todo y a todos de su malestar, que empieza a descifrar los mensajes del cuerpo, de la vida y que comienza a darse cuenta de quién es de verdad.

Creixel, V. (2008 ) Del sufrimiento a la consciencia. Un camino a la libertad. Madrid: Bubok